1. Lo inesperado

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"Un accidente, un maldito accidente". Clarke subía a la torre sin poder borrar la frase de su cabeza. "No es culpa de nadie. Es un accidente".

Sin embargo, cargaba con la responsabilidad. Y no sólo por la muerte de Lexa, sino también por la muerte de Wells, por la de Finn; por la muerte de todos en Mount Weather.

Todos tenían un punto de no retorno, y era en ese punto cuando uno solía encontrar a quien culpar.

"Maldita Lexa".

Su amor por Lexa le quemaba el corazón, ardía a través de su piel y carbonizaba sus huesos.

No podía compararlo con el amor infantil que había sentido hacia Wells, su hermano, en todo menos en el nombre, y hacia sus sentimientos mal escondidos.

No podía compararlo con la explosión hormonal de besar a Finn, un chico al que nunca tuvo la oportunidad de conocer por completo, y que, después de saber de lo que era capaz, dudaba haber sido capaz de llegar a amarlo jamás.

Y por supuesto, imposible compararlo con lo que sintió por Niylah, que fue consuelo y una breve pausa en aquel destierro.

Lexa era de ella. Lexa era como ella. Lexa fue la que hizo que el mundo se detuviera en un momento eterno.

"Tómate todo el tiempo que necesites", eso es lo que le hubiese dicho a Clarke. Lexa le diría que curara su dolor. "Pero recuerda, el amor es debilidad", también diría. Y Lexa murió por su amor. El amor sí era debilidad.

Todo lo que tenía, todo lo que era, todo se había ido por amor. Abby había enviado a su esposo, el padre de Clarke, a su muerte. Bellamy la había traucionado sin pensarlo dos veces y había ayudado a la muerte de cientos de personas. Finn había matado a inocentes por ella, en una venganza absurda e infantil. "Hice eso por ti" rezaba el himno que atormentaba los últimos años de la vida de Clarke.

Pero, ¿qué había hecho Lexa por ella? Lexa salvó a su gente. Lexa la salvó. Lexa quería hacer del mundo un lugar mejor y Clarke ya no creía que se mereciese eso.

Así, que allí estaba, en la cima de la torre. Pensando que abajo, tan sólo un par de pisos más abajo, Lexa había muerto. En el mismo piso donde Clarke se había arrodillado ante Lexa, donde Lexa se había inclinado ante Clarke y le había jurado lealtad. Donde Clarke le había escupido, la había amenazado con la daga de Roan. ¿Por qué había hecho eso?, ya ni se acordaba, su ira en aquel momento la enceguecía. ¿Podría haberse sentido de esa manera si ella no amara tanto a Lexa?

Entonces cerró los ojos. Y una gota cayó a pocos centímetros de sus pies. El viento era feroz. La lluvia comenzó a caer y le salpicaba la cara, corría por sus mejillas como las lágrimas que parecía se le habían acabado ya.

Todo lo que necesitaba hacer era inclinarse, y la gravedad se encargaría del resto.

Y se inclinó... pero enseguida retrocedió.

No podía hacerlo, no en ese momento, hacía tan poco que Lexa había muerto... y ella compartía los sueños de Lexa y debía continuar luchando por ellos.

Alzó las manos manchadas de sangre negra hacia el cielo, permitiendo que la lluvia las lavara. Sobreviviría, siempre lo hacía. No moriría ese día. "Ai gonplei nou ste odon", se dijo.

Pero el rayo cayó y la traspasó, el rayo tomó la decisión por ella. Y todo se iluminó antes de que pudiese siquiera gritar.

******************

-Prisionero 319, frente a la pared-.

La voz no mostraba ninguna emoción, quien la dijo parecía no tener corazón. Clarke despertó en un mundo gris, con paredes grises, el techo era gris, todo era gris.

Lightning Only Strikes Once (Traducida Con Permiso De La Autora) - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora