57. La cura definitiva.

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A Clarke le resultaba extraño llevar una mochila mucho más ligera que la habitual. En las semanas que habían estado viajando, casi había olvidado lo que se sentía al llevar solo lo básico. En ese momento 'lo básico' eran algunos suministros médicos, sus cuchillos y, oh sí, el dispositivo de Raven.

La ponía nerviosa. Muy nerviosa. En cualquier momento podría estar ajustando el peso de la mochila sobre sus hombros o jugueteando con su cabello y accidentalmente activarlo. Alternativamente, podría no sonar en absoluto, por razones obvias, Raven no había podido hacer una prueba de funcionamiento. Por supuesto, ella nunca perdió una batalla debido a uno de los artilugios de Raven antes, así que tal vez debería dejar de preocuparse tanto por eso.

Podría preocuparse por si su madre todavía estaría viva o si Emerson le mostraría a Clarke el cuerpo para torturarla en lugar de hacerla presenciar la muerte personalmente. O podía preocuparse por si los Segadores estarían en esos túneles en ese momento o si estarían buscando a los demás. O por si los doce gona que iban con ella sobrevivirían eso. Y había, se preocupaba por todo eso y por cada ruido que escuchaba.

Pero sobre todo se preocupaba por la seguridad de Lexa.

Lexa era dura e inteligente. Pero si Clarke arruinaba eso, si no entendía a Emerson o a Cage tan bien como creía que lo hacía, o incluso si eran realmente desafortunados, entonces era muy probable que Lexa muera hoy. Clarke podía lidiar con la muerte de su madre, si fuese necesario: había sobrevivido a la muerte de su padre, después de todo, y pudo manejar la situación cuando pensó que su madre había muerto en el Exodus Ship en el mundo original. Sería agonizante, el dolor sería un peso a su alrededor, lloraría, sufriría y se apoyaría en Lexa, pero no la destruiría.

Pero no estaba segura de poder volver a vivir la muerte de Lexa. La primera vez que ni siquiera lo vivió. Tal vez esta vez no podría convencerse a sí misma de que necesitaba continuar, o reconstruir el mundo que ellas mismos habían construido juntas. Si la Montaña mataba a Lexa y Clarke sobrevivía, creía que los destruiría, a todos los que fuese necesario. Los quemaría hasta convertirlos en cenizas, a cada uno de ellos, escupiría en sus tumbas, explotaría todo el lugar, haría que no hubiese nada para recordar a ninguno de ellos: la fuerza de su odio imaginado casi la sorprendió.

Si mataban a Lexa, ella ya no sería Clarke, sería Wanheda y les traería la muerte a todos. Y luego, cuando todos estuviesen muertos, tal vez ella subiese a la cima de la torre en Polis y esperase. Ella esperaría el rayo todo el tiempo que pudiese, hasta que un día, ya no podría esperar a Lexa. Y luego ella se iría.

-Ya deberíamos haber visto Ripas-, dijo nerviosa la gona más cercana a ella, y Clarke se sacudió de sus pensamientos mórbidos. Los gona se separaron, se movían rápidamente a medio agacharse como solo hacían cuando esperaban una batalla inminente, mirando a Clarke cada pocos segundos como si esperaran nuevas órdenes. Por supuesto, un plan de “pasear por las cuevas de Ripas” probablemente les pareciese uno un poco incompleto.

-Esa es una buena señal-, les dijo Clarke. -Significa que las cosas podrían estar yendo según lo planeado-. Sin embargo, comprendía sus nervios: había algo espeluznante en los túneles vacíos y desnudos. Casi sería menos preocupante si hubiera un grupo de Segadores, al menos entonces habría algo contra lo que luchar. Su avance acurrucado y ansioso a través de los corredores oscuros y resonantes se sentía como algo de una película de terror, la tensión aumentando y aumentando hasta que un monstruo casi sería un alivio.

Una gona golpeó una roca con su pie mientras se mueve hacia adelante, enviándola a toda velocidad hacia la oscuridad que se avecinaba. Todos los demás tenían sus armas retiradas en un momento y ella maldijo en voz baja. Clarke solo permanecía tranquila. -Calma-, dijo en voz baja.

Entonces hubo un ruido adelante, un grito. No era atemorizante ni sonaba al aullido de un segador, era el agudo grito de una orden, y Clarke sabía que los habían encontrado. -Ahora-, ordenó.

Corrieron hacia la amenaza, espaciándose lo mejor que podían. Sin embargo, el túnel era demasiado estrecho para realizar tácticas de evasión efectivas, y había tres túneles cruzados por delante que empeoraban aún más sus probabilidades. Una granada de gas voló desde la izquierda y se detuvo al lado de Clarke, que la pateó lo más lejos que pudo hacia el origen. Estaban utilizando métodos no letales, excelente. Y era el Maunon, no los Segadores. Eso aumenta drásticamente las probabilidades de que Octavia siguiese viva. Por los golpes en la dirección en que pateó la granada, tampoco llevaban trajes, demasiado ansiosos por quitarse los trajes para recordar que eso los hacía vulnerables a sus propias granadas de gas, la niebla ácida y amenazas similares.

Había aproximadamente treinta de ellos por delante, pudo ver. Uno fue a lanzar otra granada pero una orden de su líder lo detuvo. En cambio, un gona cayó con un dardo de sueño en la garganta. Se habían dado cuenta de que nadie podía arrojarlos o patearlos hacia la fuente. Sin embargo, aún no era letal.

Uno se clavó en la armadura que Clarke llevaba puesta mientras bajaba la velocidad, tal vez estaría a tres metros de los Hombres de la Montaña. Una mirada a su alrededor le dijo que casi todos los demás ya estaban caídos. Solo dos habían llegado al Maunon, y mientras ella miraba, uno cayó. Clarke alcanzó el dardo que se clava en su armadura, fingiendo estar tratando de quitarlo, luego lo empujó un poco más para que el sedante apenas entrase en su piel.

Cayó de inmediato.

Clarke despertó mareada en su vieja habitación en la montaña. Una rápida mirada hacia su cuerpo le mostró que le habían quitado la armadura y las armas, pero nada más. No le habían deshecho las trenzas ni tomado el reloj que Raven le dio, lo cual era un alivio. Al mirarlo, vio que había estado dormida bastante tiempo en comparación con cuánto tiempo tenía Lexa. Le quedaba menos de media hora.

Se las arregló para salir de la cama y golpear la puerta con los puños. -Emerson-, gritó ella. -Llévame con Emerson.

La puerta se abrió casi de inmediato. Dos guardias estaban parados allí. -Manos-, le gritó uno.

Clarke parpadeó hacia él, luego sostuvo sus manos frente a ella. La ataron rápidamente y con tanta fuerza que hizo una mueca. -Emerson-, dijo de nuevo con insistencia.

-Tenemos órdenes de llevarte al presidente Wallace-, le informó fríamente uno de los soldados.

-¿Dante o Cage?- Clarke dijo, levantando una ceja. -Escuché que ustedes son bastante indecisos sobre los presidentes últimamente-. Por supuesto, ella no había escuchado nada. Solo está asumiendo, en función de lo rápido que parecían estar inmunizando a su gente a la radiación, que Dante ya había sido expulsado. Le dedicó al soldado una sonrisa suave.

El soldado dio un paso atrás y palideció, mirándola como si fuera un animal salvaje que podría atacar en cualquier momento. -Cállate, perra de afuera-, dijo con veneno.

-Solo pregunto-, dijo Clarke, encogiéndose de hombros. Le dolían las muñecas al hacerlo, pero valía la pena ver cuánto les aterrorizaba su actitud informal.

Uno de ellos la agarró por el brazo y la tiró por el pasillo, su amigo le siguió para empujar un arma contra su columna vertebral. -Intenta cualquier cosa y dispararemos-, escupió, aunque su amenaza no logró ocultar sus nervios.

La obligaron a bajar al Nivel 3: los laboratorios médicos, pensó Clarke. También donde estaban las jaulas. Era el lugar más lógico para ellos desde que habían empezado con la transfusión de médula ósea. Parecía que esa vez tampoco se habían molestado en pretender ser aliados de su gente, por lo que era lógico almacenarlos en las jaulas. La única razón para quedarse con cualquiera de los Grounders sería intentar hacer el mismo trato con Lexa que la última vez, y Emerson debía haberse daddo cuenta de que habían ido mucho más allá del punto en que eso podría suceder.

La empujaron dentro de los laboratorios médicos en lugar de la habitación con jaulas, y no pudo evitar sentir un ligero pulso de alivio ante eso. O parte de su gente estaba en las jaulas, o todos los restos de Alpha Station estaban muertos, y ella no quería enfrentar ninguna de esas situaciones. Cerraron la puerta después de entrar, lo que también era un alivio; de lo contrario, ella tendría que obligar a uno de ellos a hacerlo.

Hubo casi una docena de soldados adentro, con las manos en sus armas. En el medio se encontraba Cage Wallace, y a su izquierda estaba Emerson, con sus sonrisas petulantes en la caras. Había sillones de reconocimiento médico por todas partes, dos de ellos ocupados. Los ojos de Clarke se sintieron inmediatamente atraídos por ellos: uno contenía a Octavia, muy golpeada. Tsing estaba de pie junto a ella, acariciando su rostro herido de una manera decididamente espeluznante mientras Octavia intentaba alejarse. La otra contenía a su madre, mirándola con una mezcla de alivio y horror. -¿Qué estás haciendo aquí?- Abby susurró. -Clarke ...

-Es un placer conocerla, señorita Griffin-, Cage la miró de arriba abajo y levantó una ceja. ¿O debería llamarte por uno de esos primitivos nombres de Forasteros? Parece que te has vuelto nativa. Te hace ver bastante salvaje.

-Nadie que use tanto gel para el cabello debería criticar el sentido de la moda de los demás-, respondió Clarke. Le produjo una pequeña cantidad de placer cuando Cage frunció el ceño momentáneamente.

-Sabes, esperaba algo más-, dijo Cage, casi sonando decepcionado. -Emerson habló de ti como si fueras una especie de genio táctico, para destruirnos a todos. Y ahora ... solo eres una pequeña adolescente rubia, hablando de peinados. Alguien que si me cruzase por los pasillos rodaría los ojos.

-Ella es todo lo que dije que es-, dijo Emerson sombríamente.

Cage dio varios pasos hacia Clarke y le agarró la barbilla con los dedos, levantándola para que pudiese mirarla a los ojos. -Tomaré tus palabra por lo que son-, comentó indiferente a Emerson. -Puedes tenerla para ... bueno, para lo que sea que la quisieras. Torturarla , matarla, lo que te plazca. Pero primero quiero saber cómo funciona esto -. Señaló la mesa más cercana donde se encontraba el dispositivo de Raven, aparentemente pequeño y sin amenazas, una caja de metal oscura.

Clarke escupió en la cara de Cage. Él se echó hacia atrás, aturdido y furioso, y le dio un fuerte golpe en la cara. Ella tomó la excusa para mirar hacia abajo, mirando su reloj. Diez minutos ahora. Ella solo tenía diez minutos. -Ni siquiera sabes lo que hace-, le dijo a Cage, con la voz un poco torcida por su mejilla hinchada, dedicándoles una sonrisa.

Se las arregló para contener su temperamento de nuevo, y soltó una risa aguda. -En realidad, sé exactamente lo que es. Tu pequeña amiga apenas pudo esperar para venderte. Él gesticula despectivamente hacia Octavia. -Me dijo que tenías una 'solución' para mi proyecto Cerberus. Ahora no creo que realmente puedas hacerle nada a mis guardias especialmente diseñados ...

-Te lo dije, ella ha curado uno antes-, Emerson interrumpió. Aunque Cage le lanzó una mirada molesta, estaba claro que el conocimiento adicional de Emerson los había acercado al mismo nivel en este mundo.

-Aún así, ¿algo destinado a curarlos a todos inmediatamente?- Cage sonrió bruscamente. -Fascinante. Dime cómo abrir la caja y podría dejar que tu madre viva.

-Oh, lo dudo-, dijo Clarke. Todos los guardias la miraron, tensos y listos para atacar. Ella podría actuar ahora, pero sería arriesgado. Ella necesitaba una distracción. -Y si estás a punto de amenazar a Octavia para que me haga hablar, no te molestes-, miró a Octavia, con mucha intención en sus ojos. -…Natrona -, dijo con veneno.

Octavia parpadeó. Uno de sus ojos estaba negro, su mejilla tenía tres cortes paralelos profundos que sangraban constantemente, y a la mano más cercana a Clarke le faltaban varias uñas. Clarke pudo ver que estaba mareada debido a la pérdida de sangre y al dolor. Sin embargo, ella reaccionó. -¿Me vas a llamar traidora?- ella le gritó a Clarke, comenzando a golpear contra sus ataduras salvaje y dramáticamente. -¡Perra! ¡Eres una perra! ¡Todo esto es tu culpa, Clarke! ¡Tu hiciste esto! ¡Te odio! ¡Te odio!- Contraatacó a pesar de sus restricciones y logró morder la mano sorprendida de Tsing como un perro salvaje, haciendo que la mujer gritase de dolor.

Por un momento, todos los soldados estaban más concentrados en eso más que en Clarke, concentrados en separar y alejar a la sorprendida Tsing de Octavia mientras uno de ellos la golpeaba en la cara. Eso era todo lo que Clarke necesitaba. Alcanzó con sus manos atadas sus trenzas y agarró la empuñadura de la vaina que Lexa había trenzado con tanto cuidado antes, alejándose unos pasos de los soldados distraídos mientras lo hacía. Ella presionó sus pulgares hacia abajo sobre el botón superior. El dispositivo de Raven hizo un pequeño zumbido. Una de las pantallas médicas más cercanas comenzó a echar chispas. Las luces se atenuaron, algunas se hicieron añicos, solo dos luces de emergencia básicas sobrevivieron para emitir un brillo brumoso sobre todo el proceso. Los soldados comenzaron a ir hacia ella con ira y ella sostuvo el gatillo en alto, retrocediendo.

-¡Atrás!- Clarke ordenó. -Atrás, o dejo ir este botón, y la bomba nuclear que acabo de activar detona-. Ella sonrió fríamente a Cage. Él miró el dispositivo de Raven sobre la mesa y palideció. Emerson solo miraba a Clarke, su sonrisa satisfecha se evaporaba mientras la miraba boquiabierto. -Confía en mí, tampoco quieres dispararme. Quédate muy, muy quieto, y podría dejarte vivir.

Lightning Only Strikes Once (Traducida Con Permiso De La Autora) - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora