110. El deshielo.

1.9K 243 20
                                    

El brazo izquierdo, el hombro y todo el lado izquierdo del torso de Lexa ardían de dolor mientras se abría paso a través del agujero. Sin embargo, no estaba tan mal como antes, y el vendaje improvisado de Clarke parecía ayudar. Sin embargo la debilidad la molestaba mucho más que el dolor. Antes de que Clarke se despertara, trató de ver si aún podía hacer funcionar su brazo izquierdo, pero descubrió que no podía sostener ni una antorcha sin dejarla caer, y ni siquiera podía levantarla por encima de cierto punto. Su brazo derecho era el dominante que siempre usaba, por supuesto, pero aun así ... estaba acostumbrada a usar ambos. Estaba acostumbrada a estar equilibrada. Estaba acostumbrada a sentirse fuerte. El dolor podía ser una ventaja, a veces, para enfocar su mente y agudizar sus sentidos. La debilidad y la lentitud definitivamente no podían serlo.

Por un momento, después de ver cuán incapaz era de utilizar su lado izquierdo, se preocupó sobre si alguna vez podría volver a luchar correctamente. Al segundo siguiente, se dio cuenta de lo tonto que era ese pensamiento. "Nunca más" en ese caso representaba probablemente solo horas, un día o dos como máximo.

-Hay alguien aquí-, le murmuró Clarke, mirando a su alrededor y sosteniendo la antorcha más alto mientras Lexa se obligaba a ponerse de pie de nuevo con pura determinación. -Escuché un ruido.

Lexa se puso rígida. -¿Dónde?- murmuró. -¿Qué dirección?

Clarke se encogió de hombros con impotencia. Al ver una antorcha en la pared cercana, también la encendió y luego trató de dársela a Lexa para que pudiesen buscar juntas.

-Estoy bien-, dijo Lexa en voz baja. -Puedo ver bien en la oscuridad-. Necesitaba su mano derecha para la espada. Era más importante que ver, ahora que sabían que alguien más había sobrevivido.

No era una sorpresa, en realidad, que otra persona sobreviviera, cuando miró a su alrededor: un castillo diseñado para sentarse bajo el peso de una montaña debía ser resistente. Había algunas piedras caídas y montones de nieve, algunas aún goteando por los lados, y la mitad del techo se estaba hundiendo de manera preocupante, pero aquella área todavía estaba bastante intacta.

Por acuerdo tácito, Lexa y Clarke no se separaron. Siguieron la pared, por lo que había una dirección desde la que no podían ser atacadas.

Esa vez Lexa también lo oyó. Un gemido. Le hizo un gesto a Clarke para que la siguiese y se dirigió infaliblemente en esa dirección. Luego se detuvo en una mesa grande y elegante, sin saber adónde ir desde allí.

Volvió el ruido. Clarke jadeó. -Esa puerta-, dijo, la voz volvió al volumen normal en su preocupación. -Ahí es donde tenían a Gustus, donde lo estaban torturando...

-No pueden haberlo encontrado de nuevo tan pronto después de que nos separamos-, dijo Lexa, pero podía escuchar la incertidumbre en su propia voz y ambas se movieron demasiado rápido hacia la puerta. Clarke fue la que la abrió de un tirón y ambas inhalaron bruscamente al ver el interior.

Por un segundo todo lo que Lexa pudo registrar era a un hombre en la celda, más pequeño que Gustus (no es que eso fuese inusual), y gravemente herido. Era imposible encontrar un trozo de piel sin quemaduras o cortes, pero eso era intrascendente comparado con las piedras que habían caído sobre él, dejándolo boca abajo, medio cubierto de rocas y nieve y con una abolladura visible en la espalda y en la cabeza. Tenía cadenas atadas a sus manos, pero se habían soltado.

-Todo el techo se derrumbó-, dijo Clarke, sonando enferma.

-No-, dijo Lexa. -Eso era parte del muro. Alguien lo ahuecó para hacer esto, esta pequeña celda. Este castillo es viejo pero esta habitación es nueva, porque alguien, Nia, sospecho, debilitó la pared y el techo para crear este espacio.

Lightning Only Strikes Once (Traducida Con Permiso De La Autora) - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora