7. ¿Quién manda?

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-Hei, Anya-, dijo Lexa, permitiendo que su rostro se suavice un poco.

Su vieja Fos se acercó a ella, abrazándola de forma rápida, un Skaikru probablemente consideraría el gesto breve y formal. Sin embargo, para un miembro de Trikru, esa era una demostración de afecto que sólo se mostraba a la familia más cercana, y decía mucho sobre los sentimientos de Anya por ella. -Hei, Lexa-.

Anya se negaba a usar el nombre de Lexa estando delante de otros, creía que eso sería un abuso de la relación que tenía con Lexa, pero estando a solas, Lexa le permitía  nombrarla como la persona que fue antes de que el espíritu del Comandante la eligiera. La chica que era cuando Anya le limpiaba las heridas y se burlaba de su afecto juvenil por Costia.

Anya retrocedió varios pasos. Su cara estaba inmóvil, pero sus ojos mostraban calidez. -¿Por qué has venido, Heda?-

-Una misión de entrenamiento-, respondió a la ligera. -Para eliminar a los bandidos de la zona-.

Anya sonrió. Desde el rápido abrazo, sus compañeros se habían alejado lo suficiente como para que pudiesen hablar sin preocuparse por ser escuchados, y aprovechó la oportunidad para indagar más.

Ambas sabían que Lexa sentía una admiración casi infantil por Anya desde siempre, así que Anya tenía muchos mas privilegios que las demás personas como la capacidad de poder decir lo que quisiera, siempre que no hubiese nadie escuchando.

-Mientes, Yongon. Esto es sobre Skaikru, ¿sha?-

Tris miraba a Lexa desde su posición, a muchos metros de distancia,  comiéndosela con la mirada. Lexa dio una leve y fría inclinación de la cabeza hacia la chica, lo que la hizo sonrojarse. La nueva sekon de Anya siempre había admirado a su anterior.

-Sha-, admitió Lexa, -Tal vez debería haber esperado, Anya, pero los Comandantes anteriores no me dieron descanso-. Era otra mentira, pero sabe que aunque Anya no comentase nada sobre el espíritu de los Comandantes, se preguntaría si Lexa tenía espías en esa área, pero eso no lo podía evitar.

Y por supuesto, que ella tenía espías. Debía hacer lo que debía.

-No han atacado todavía, ni han intentado escalar la montaña-, dijo Anya rotundamente.

-¿Por qué deberían hacerlo?- Lexa levantó una ceja, interesada en la opinión de Anya.

Anya se encogió de hombros. -Tienen al menos un arma de Maunon, hablan gonasleng, actúan como si la tierra fuera suya y estuvieran solos en ella. No son Trikru, ni ningún kru de los que conozca. Salieron del skai en un resplandor de luz y ahora no les importa si queman la tierra-. Anya sonrió con la misma frialdad que tenía el filo de su cuchillo. -Creo que deberíamos quemarlos primero-.

-Tranquila, Anya- le advirtió Lexa.

-¿Qué?- Anya la miró abriendo mucho los ojos. Lexa logró, por una vez, sorprenderla. -Son invasores, Lexa, que intentan tomar nuestra tierra como si no la hubiéramos ganado con la sangre de nuestros nomones, y los nomons de nuestros nomons y nontus. Hemos desafiado a Maunon, a pauna, a los leones, a Azgeda ... seguramente no pretendes darles esta tierra a aquellos que permanecieron cómodos en el skai mientras nosotros enfrentamos al mismísimo infierno en la Tierra-.

-No tengo la intención de dar nada-. Lexa dejó entrever una media sonrisa, ocultando su conocimiento y su corazón lo mejor que pudo. -Pero creo que pueden ser útiles. Dime todo lo que sabes de ellos-.

-Son unos inútiles-, dijo Anya severamente, pero le respondió de todos modos. -Hay un centenar de ellos más o menos, según Linkon. Están al otro lado de la frontera entre goufa y gona. Pero no pueden cazar, pescar, pelear ... se las han arreglado para sobrevivir con plantas y suerte. Se la pasan peleando entre ellos, y todo por unos brazaletes de metal y un poco de carne quemada. Ya me habría deshecho de ellos, pero...- Anya vaciló..

-¿Pero?- Lexa la increpó a continuar, después de esperar unos largos momentos.

-Parecen indefensos, Lexa. Débiles-, miró a los ojos a Lexa. -No quiero ser la responsable de eliminar a aquellos cuyas muertes serán fáciles. No es honorable. Su lucha no será una lucha-.

“Si sólo supieras”, pensó Lexa. “Su lucha será una lucha sangrienta, pero quizás podamos evitarlo”. -¿Has oído algo de Linkon últimamente?-, preguntó en su lugar.

Anya sacudió la cabeza. -Se suponía que debía regresar hoy, con un número exacto y tanta información sobre ellos como pudiera reunir. Pero no lo hizo-. Los ojos de Anya se enfriaron. -Si le han hecho daño...-

-No le dijiste a Indra que él trabajaba para ti ahora-, comentó Lexa, sin permitir que el juicio coloree su tono.

-No la he visto recientemente-, Anya se encogió de hombros. -Y él  ha trabajado para mí poco tiempo. Conoce el área mejor que nadie, pero no tiene corazón de gona. Lo utilizo para explorar a veces y eso es todo-.

-Ya veo-, dijo Lexa lentamente. Parecía que cualquier plan de contacto a través de Linkon podía no funcionar. Tal vez ya simpatizó demasiado con Skaikru, tal vez había sido capturado, quizás estaba pasando tiempo con su chica Skai y no iba a volver.

Nunca supo mucho sobre esos primeros días después de la caída de Skaikru, solo tenía una idea aproximada de lo que había sucedido. Quién había muerto y cuándo, y solo los hechos más relevantes de estas muertes. Ella no había querido escuchar más sobre lo que había pasado con Anya antes de su muerte. Pero en ese momento, por supuesto, si que podía, y no sabía nada. Se había equivocado en este asunto.

-Deseo que lleves un pequeño grupo a su campamento-, dijo Lexa de repente, irritada consigo misma. Una parte de ella le decía que no lo haga , que no era necesario enviar a Anya, arriesgarla de esta manera, pero no podía evitarlo.

Anya era una de las pocas en las que podía confiar absolutamente, podía controlarse a sí misma frente a cualquier cosa. Podían llamarla salvaje, Grounder, perra, pero no mataría a nadie si se le había ordenado que no lo haga, Lexa estaba segura de eso.

Por supuesto, ella tendría que especificar bien las órdenes, pero eso era simple. -Sin dañar a nadie. Si atacan, váyanse, pero no dañen a nadie, ¿entendido?-

-Sha, Heda-. Anya parecía descontenta con la orden, pero no la cuestionó.

-Recupera a su líder y tráemelo-.

Anya tardó varias horas en regresar. Lexa mientras tanto, mataba el tiempo caminando en la tienda que le habían preparado. Tontamente, localizó el cuchillo que tenía la primera vez que conoció a Clarke, para poder jugar con él.

Se puso su pintura de guerra a pesar de que no lo necesitaba, tenía su cabello cuidadosamente trenzado, y pidió que le trajeran una silla digna de Heda.

Ninguno de los guerreros que había viajado con ella antes eran tan cercanos como para darse cuenta de que lo que estaba haciendo no era para nada normal.

Sólo Gustus se hubiese sentido confundido. Él sabía que Lexa exigía tales signos de estatus sólo durante la guerra. No entendería que una parte suya, pequeña y superficial, necesitaba que todo fuese igual a su primer encuentro con Clarke.

Quería que Clarke la mirase de la misma manera, con el respeto cauteloso de un líder que saluda a otro. Pero también quería saber que algún día esa mirada se convertiría en algo más. A Lexa le dolía lo que habían llegado a ser, lo que casi tuvieron.

Volver a tener a Gustus y a Anya le había hecho darse cuenta de cuánto los había necesitado. Pero la pérdida de Clarke la hacía sentirse mas débil de lo que jamás se había sentido.

Se sentó en la silla y dejó que su cuchillo atrapase la luz, mirándola, jugando con ella, tratando desesperadamente de distraerse de unos nervios a los que no estaba acostumbrada.

Pero entonces la voz de Anya le llegó llenando el espacio de nuevo. Cuando se abrió la solapa y entró, seguida por dos guardias que sostenían a una persona atada entre ellos, y que llevaba una bolsa sobre la cabeza, Lexa sintió que desfallecía.

Clarke. Clarke estaba allí. Su Clarke.

Apenas tuvo tiempo para darse cuenta de que la persona era demasiado alta y morena para ser Clarke, sintió el estómago dar un vuelco justo antes de que uno de los guardias le quitara la bolsa y se encontrase cara a cara con Bellamy Blake.

La pausa fue muy larga. Sus ojos estaban llenos de ira y disgusto, pero sobretodo eso lo que había era un miedo paralizante que lo abarcaba todo. Parpadeó, tratando de asimilar de que no era Clarke, sino que era él, un hombre, no, un niño, un niño que ella no conocía y no tenía por qué querer. Casi todas sus interacciones con él habían sido a través de Clarke, quien lo amaba y la había traicionado.

Estaba rota. Podría tratarlo como el espía que ayudó a derribar la montaña, y que evitó la muerte de Indra. O podría tratarlo como el hombre que mató a un ejército que sólo iba a protegerlos y a mantener la paz y capturó a Clarke cuando ella confiaba en él.

Pero él no era ni lo uno ni lo otro. No aún. Vio el miedo reflejado en sus ojos, lo indefenso que estaba. Era simplemente un niño que cayó al suelo. Una personalidad fuerte, pero no un espíritu fuerte, alguien que podía estar en el poder por la fuerza del carisma, pero no podía continuar con ese control cuando se le presentase una decisión complicada. Alguien incapaz de decisiones reales.

Era solo un niño, un chico intimidado y manejado por la voluntad de la situación que lo rodea, y pensar en él como lo que era en ese momento hacía difícil respetarlo y a la vez estar disgustada con él.

Solo un niño, cómo había hecho para ganarse el amor de Clarke, para hacer tanto daño a su gente. Era difícil de creer.

-Así que eres el líder de los Skaikru-, dijo ella, con una voz cargada de incredulidad. Quería preguntar dónde estaba Clarke, pero no sabía cómo reaccionaría él. Después de todo, a veces era leal a Clarke y otras no.

Estaba pálido -Yo... supongo... no tenemos un verdadero líder...- A pesar de su palidez, sus ojos todavía estaban llenos de rabia y miedo.

Lexa suspiró -Quítale las cuerdas-. Ordenó al guardia, per este vaciló y miró a Anya, su decepción por no haber visto a Clarke hizo que se pusiera furiosa. -¡¿Crees que soy incapaz de tratar con un Skaikru?! ¡Libérenlo y déjennos!- El guardia inclinó la cabeza y obedeció inmediatamente, su compañero salió detrás de él. Lexa miró a Anya. -Tú también-, dijo con dureza. -Puedo lidiar con esto-.

Tal vez podría convencer a su gente de que se aliara con Clarke, que era fuerte, sabia y demasiado astuta. Bellamy, sin embargo, no podía convencer a su gente de que se aliara con él más que con el Maunon.

Lexa lo miró de todos modos y suspiró de nuevo. -Hei, Heda kom Skaikru-, las palabras eran amargas en su lengua, incluso cuando comenzó a pedir respuestas que ya sabía. -¿Cuál es tu nombre?-

Lightning Only Strikes Once (Traducida Con Permiso De La Autora) - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora