103. Sobre hielo delgado.

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Clarke intentaba pensar en sus opciones.

Estaba mirando el filo de muchas flechas. La salida de la cueva estaba bloqueada por múltiples filas de gonas de aspecto sombrío. Estaba acurrucada en un rincón con los demás, con las manos en alto.

Opción uno: atacar con una espada. Podía usar la espada de Ontari que colgaba de su cintura, o podía agarrar la de Lexa del suelo y sorprenderlos. Por supuesto, ella sería ensartada como una brocheta en segundos si intentaba esto.

Opción dos: atacar con el arco. Sacaría el arco de Costia de la espalda de Lexa, junto con una flecha y una cuerda. No se lo creía ni ella misma, ni siquiera sabía cómo atar un arco. Lo más probable es que fuese la mujer brocheta. Otra vez.

Opción tres: hacer que Raven le pasase una granada. Tienen tres, después de todo. Podía arrojarla a sus atacantes... que la desviarán hacia ellos. Esa era la respuesta natural si veías venir algo volando por el aire, después de todo. Podría dejarla a un lado con su espada o su brazo, pero de cualquier manera, lo que fuese que arrojase podría terminar en cualquier lugar de aquella cueva, y esa no era una historia que terminase bien.

Además, ¿levantar el brazo para lanzar? Conseguiría que la hicieran brocheta. Otra vez.

Tal vez ella no tenía opciones. Quizás su única opción era esperar una mejor oportunidad. Sin duda era por eso que Lexa estaba de acuerdo con aquello.

Assan dio varios pasos para estar frente a Clarke, justo al lado de Lexa. Mientras ella miraba, él alcanzó su espada lo más sutilmente posible, con la mano temblorosa, probablemente a punto de intentar un ataque tonto y suicida contra el enemigo para defender a su Heda. Uno de los gonas hizo un ruido de sacudida y la mirada de Assan se dirigió hacia la flecha que todavía apuntaba a su garganta. Con un gruñido, volvió a levantar los brazos.

-Dejaste un buen rastro-, dijo el gona en el frente, presumiblemente el líder, arrastrando algunos mechones rizados de color blanco-rubio. Él miró a lo largo de la fila, mirando la cabeza oscura de Lexa inmediatamente y descansando sobre Raven y Clarke.

Las dos tenemos el pelo cubierto, recordó Clarke.

Lexa estaba mirando a una mujer alta al lado del líder. Su ceja se movió infinitesimalmente, pero Clarke reconoció la pregunta de todos modos. Lexa preguntaba cuál era el plan de la mujer. Al instante, Clarke sintió una oleada de alivio. No estaban solos. Tenían un aliado.

-Esa chica es morena y Wanheda es rubia-, dijo el líder con desdén. -Compruebe a las otros dos y ...

-Hod op-, la mujer alta a su lado interrumpió, y el líder se dio vuelta para fruncir el ceño. -Ella tenía una altura más allá de la media skaikru, igual que los demás. -No sabemos cuánto tiempo tiene el cabello que encontramos y el color del cabello se puede cambiar fácilmente. Deberíamos mantenerlos a todos vivos por si acaso.

-Cuida tu lengua-, el líder le advirtió suavemente. -No lideras aquí.

-No desearíamos encender la ira de Azplana-, la mujer continuó hablando de todos modos. -Después de todo, ella se enfurecerá lo suficiente cuando descubra que los gonakru del sur se han detenido en sus aldeas de origen para distribuir alimentos en contra de sus órdenes, y que esto los ha retrasado para que no lleguen hasta mañana. No creo que reaccione mejor ante nuestra traición involuntaria que ante la idea de un afecto egoísta de los gonas por sus familias. ¿Deseas que nosotros también conozcamos el destino que ella les depara?

Un mensaje, pensó Clarke. La mujer estaba tratando de decirles varias cosas, una de ellas era que había un segundo gonakru, porque no tenía forma de saber que ya estaban informados de eso, en segundo lugar, quería que supiesen exactamente qué tan lejos estaba ese gonakru y que no era seguro detenerse en las aldeas cuando escaparan, y por último, que el control de Nia sobre su gente se estaba disolviendo lentamente. Los gonas se arriesgaban a sufrir los crueles castigos de Nia para evitar que sus familias muriesen de hambre, pero no lo harían a menos que dudaran de su capacidad para mantenerlos seguros y alimentados sin esa comida. No hacía que fuese menos probable que el segundo gonakru intentase usar a Lexa, Clarke u otros como moneda de cambio para reducir su castigo, pero a largo plazo significaba que el estancamiento entre Azgeda y Trikru no podía durar. La propia gente de Nia se volvería contra ella eventualmente.

Lightning Only Strikes Once (Traducida Con Permiso De La Autora) - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora