30. En el armario.

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-Entiendo eso, Heda-, la cara de Indra lucía rígida y enfadada. –Lo hago. Incluso acepto tu plan de aliarte con la gente del cielo.

-Entonces no veo el problema-, dijo Lexa con frialdad. Estaban en su habitación, ya que Indra había llegado tarde por la noche para discutir sobre el tema. Planeaban quedarse un día en Polis reuniendo suministros y luego continuar hacia el norte, y así Lexa realmente podría dormir un poco.

Sin embargo, su preocupación más inmediata era que Clarke probablemente no estaba disfrutando de su posición actual: escondida semidesnuda en el armario de Lexa.

-No creo que sea prudente para vuestra integridad entrar en el territorio de Azgeda-, afirmaba Indra. -Podrías permanecer en Polis, segura.

Lexa levantó una mano. -Nunca he estado a salvo, Indra-, señaló. -Y si vamos a hacer una alianza con estas personas, deseo evaluarlos personalmente. Tendré que encontrarme con sus líderes en algún momento, quizás sea pronto-. La verdad era algo más compleja, por supuesto, ella no deseaba enviar a Clarke al norte sola, y no tenía dudas de que Clarke iría al norte de todos modos. Además tenía planes propios para poner en acción.

-Anya y yo podemos manejarlo-, insistía Indra. -Ya vamos para allí, ¿no podrías confiar en que podamos manejar esto entre nosotras?

-Entonces, parecería que Trikru invade a los Azgeda, en lugar de que el Comandante visite algunas de sus tierras-, señaló Lexa. -Imagina lo que Nia podría hacer con eso. No, Indra. No me quedaré en Polis.

-Pero el Azgeda… - Indra comenzó, con la preocupación visible en el ceño de su frente.

-¡Em pleni!- Lexa le dio a Indra una mirada severa. -No es tu función cuestionar mis órdenes, como tampoco lo es de Anya. Te respeto y valoro tu consejo, pero mi decisión es definitiva. Soy Heda. Sé mi general, Indra, y obedece.

Indra asintió bruscamente, su rostro aún retorcido de preocupación y desaprobación.

-Ahora déjame,- ordenó Lexa.

Clarke salió del armario tan pronto como la puerta se cerró detrás de Indra. -Bueno, eso fue degradante-, dijo con amargura. A pesar de su expresión, se acomodó para rodear a Lexa con sus brazos, presionando su cara contra la curva del cuello de Lexa e inhalando. Los días separadas por las rutinas habían sido realmente difíciles.

-No te dije que hicieras eso-, señaló Lexa. Sin embargo, no podía dejar de sonreír. -Te dije que te quedaras.

-Indra aún no sabe de nosotras-, respondió Clarke, su voz ligeramente apagada contra la piel de Lexa. -Me gustaría mantenerlo así.

-Con Octavia como su Seken, dudo que su ignorancia dure mucho-, comentó Lexa con sequedad.

-No pareces muy preocupada-, dijo Clarke, retrocediendo para estudiar la cara de Lexa.

-Eres la actual líder interina de Skaikru-, dijo Lexa. -Todo el mundo sabe que me has acompañado durante el último mes y que escucho tus consejos. Es poco probable que la confirmación de nuestra relación personal lo ponga más en peligro de lo que está actualmente, especialmente porque nuestra mayor amenaza es el Maunon-. Su relación ponía a Clarke en peligro, Lexa lo sabía, pero Clarke siempre se ponía a sí misma en peligro. Terminar su relación solo aseguraría que Lexa no estaría allí para protegerla. O quizás era su egoísmo hablando, pero si lo era, ella dejaría que continuase hablando.

-¿Qué pasará después de que hayamos tratado con ellos? Si logramos dar con ellos, en cualquier caso. -Clarke acarició el cabello de Lexa ligeramente y le dio un beso en la cabeza.

-La gente lo descubrirá-, dijo Lexa con sinceridad. -Podemos disculpar el tiempo que pasamos juntas ahora cuando discutimos qué hacer con tu gente. Pero al final nos quedaremos sin excusas. Incluso si fueras a ser el embajador una vez más, tan pronto como ya no tuviera que lidiar con una crisis relacionada con tu gente, sería evidente que estamos pasando tiempo juntas sin ninguna razón.

Clarke frunció el ceño. -¿Entonces qué sugieres?

-Si bien nuestro secreto actual funciona, creo que al final tendremos que ser abiertas con respecto a lo que somos-, dijo Lexa. Entonces ella se ruboriza un poco. -Es decir, si deseas que continuemos. Sé que una vez que tu gente haya llegado...

-Lexa. Estoy contigo. Aquí. ¿Lo entiendes? -Dijo Clarke con fiereza. Y envolvió sus brazos alrededor de Lexa, abrazándola con fuerza, besando la parte superior de su cabeza, luego dejó su mejilla presionada contra el cabello de Lexa.

-Oh,- Lexa sonrió levemente. -Bueno, entonces, debemos ser abiertas respecto al hecho de que estás conmigo. Estarás bajo la amenaza de lo que sea que pase, solo por los rumores y la cantidad de tiempo que pasamos solas, por lo que admitirlo sería darte más estatus con mi gente. Ayudaría a evitar la creencia de que estás tratando de influirme hacia vuestra gente -. Lexa vaciló y luego agregó:- Por supuesto, no podrías ser líder o embajadora de tu gente si hiciéramos esto. En la actualidad, puedes dirigir a tu gente sin problemas, pero una vez que las cosas se calmen...

-¿Por qué no?- Preguntó Clarke.

-Soy Heda-, afirma Lexa. -No debo expresar favoritismo hacia ningún clan. Ya se han dado cuenta de que no estoy influenciada por el clan en el que crecí, pero si tengo que tenerte como una constante en mi vida, pueden empezar a dudar sobre si me estás influenciando hacia tu gente. Pero si te conviertes en mi asesora, podrás ayudarme a mediar entre los otros clanes, y sabrán que eres objetiva de una manera que ni siquiera yo puedo ser. Tendrás más poder como mi asesora y pareja oficial, una extensión de mi poder. Estarías a cargo de Polis cuando estuviera fuera, para lidiar con las negociaciones o liderar gonakrus cuando yo no pueda hacerlo. Pero si eres embajadora o líder de tu gente, tratarás directamente conmigo sobre asuntos específicamente relacionados con el Skaikru, y ellos sabrán que nuestra relación puede influir en eso.

Clarke parpadeó. -Pero me hiciste embajadora la última vez-, dijo ella razonablemente. Se alejó un poco de Lexa para besar su frente de nuevo. Todo este tema la ponía un poco nerviosa.

-Entonces pensaba que no había ninguna posibilidad de que me miraras más que como Heda-, dijo Lexa en voz baja. -Creía que nunca tendríamos el tipo de relación que podría hacer que los demás cuestionen mi imparcialidad. Me despreciabas, no fue hasta que...

-Lexa. No -, dijo Clarke. Se acercó a Lexa de nuevo, y la besó. -No. Nunca te desprecié. Ni por un segundo, ¿de acuerdo? Yo solo ... estaba enojada con todos, y tú eras un objetivo muy conveniente. Y me odié a mí misma porque incluso después de que todo sucediera, incluso después de decidir que fue mi culpa, aún me sentía atraída por ti, y tomé ese odio hacia mí misma y te apunté. No te odiaba. Yo te amaba. Solo me tomó algo de tiempo darme cuenta.

Hubo una larga pausa. -Tú ... ¿me amabas?- dijo Lexa con cuidado. Estaba asombrada por la confesión, por la sensación en la voz de Clarke, por los brazos que la rodeaban, abrazándola, protegiéndola, amándola.

Antes de Clarke, nadie había se había quedado junto a Lexa, en mucho tiempo.

-No-, dice Clarke con fiereza. -Te amo. No solo pasado, también presente. Y futuro. Entonces te amaba, te amo ahora, y estoy bastante segura de que siempre te amaré -. Besó a Lexa con cada onza de emoción que había ella.

-Me siento como tú-, Lexa logró jadear entre besos, y luego no logró decir nada más.

Clarke lamía, besaba y mordisqueaba un camino por el cuello de Lexa, hacia su clavícula, luego se movió un poco. Parecía una exploración, Lexa se enfrentaba a ella y gemía incoherentemente. Clarke parecía decidida a besar cada centímetro del cuerpo de Lexa, a conocer cada curva, cicatriz y peca que poseía. Cada toque se sentía como si dejara un punto de luz ardiente allí.

Clarke presionó sus dedos dentro de Lexa y tragó su siguiente gemido con otro beso, luego se deslizó hacia abajo para cambiar sus dedos por sus labios. Era lenta, resuelta y despiadada, la lamía y besaba mientras sus dedos la empujaban, volviéndola loca de adentro hacia afuera. Incluso cuando Lexa intentó moverse contra ella, tratando de apurarla, Clarke mantuvo el ritmo lento y perfecto. Perfectamente exasperante. Llegó en una ola, constante e inexorable, pero al final se sintió más como un tsunami y jadeó su amor a la hermosa habitación a la luz de las velas donde una vez murió.

Tenía una sensación de asombro, cada vez que podía tocar a Clarke. Había estado hambrienta de contacto por años sin haberlo sabido, y cada roce de su piel era una aguda sacudida de alivio. Sin embargo, presionarse contra Clarke, presionar su lengua contra Clarke y saborear su corazón, es algo más que alivio. No era redención, que podía proporcionarle cualquiera que eligiese mintiéndose a sí misma, ni perdón, que era un asunto fruto de la decisión de otro individuo. Era algo más como la gracia. Un regalo inesperado, una misericordia imposible que le permitió encontrar exactamente lo que nunca supo que debía buscar. Para encontrar a Clarke.

Luego, acostada en el tranquilo resplandor, trazaba el cálido cuerpo de Clarke. Todo brillaba a la suave luz de las velas, arrojando las sombras en un relieve nítido. Pasaba sus dedos por los brazos de Clarke, con sus músculos crecientes, le permitió a su mano seguir la inclinación de la cintura de Clarke y subir la colina de su cadera, escribiendo palabras sin sentido contra su piel. Besando su hombro, su cuello.

-¿Tiene razón?- Clarke dijo de repente.

-¿Qué?

-Indra-, Clarke aclaró. -Ella piensa que deberías quedarte en Polis. Tal vez tiene razón. A Nia le encantaría matarte, lo sabes.

-A Nia le encantaría derrotarme-, dijo Lexa con firmeza. -No matarme. Si ella hiciera que Roan me matara en un desafío, eso sería una cosa. Mostraría que soy débil y que ella es poderosa. Si me asesina y logra esconder su culpa, podría permanecer en el poder. Pero si ella trae un gonakru para matarme en su tierra, los otros clanes sabrán que ella me mató y atacarán. Incluso si me desafía en su tierra, asumirán que me mataron por medios asquerosos, ya que los otros embajadores no estarán allí para actuar como testigos como lo hicieron la última vez.

-Tal vez a ella no le importa si lo saben-, respondió Clarke, -Tal vez solo quiere que te mueras.

-Los azgeda desean poder. Incluso pueden desear la guerra. Pero luchando contra los once clanes, no podrían tenerlo, serían eliminados.

-¿Qué pasa si tienen aliados?- Dijo Clarke, girándose para enfrentar a Lexa. -Blue Cliff, o el clan de Rock Line -nombró a dos de los clanes que tenían un número razonable de gonas y no tienen una amistad afianzada con Trikru.

-La Nación de Hielo no tenía aliados antes de la coalición-, dijo Lexa rotundamente. -Creían que no necesitaban nada, ya que estaban protegidos por el hielo y la nieve, y el resto de nosotros luchábamos entre nosotros en lugar de enfrentarnos a ellos. Actuaron como bandidos y ladrones con el resto, y enojaron a muchos. La única razón por la que cualquiera de los clanes se pondría del lado de ellos es si me consideran débil. En la actualidad, tengo su aprobación.

-¿Estás segura?- La cara de Clarke comenzó a arrugarse de preocupación, y Lexa se acercó para acariciar su mejilla.

-Muy segura, ai niron-, dijo ella. -Hablé con los embajadores sobre mis planes. Ninguno estaba preocupado. Tu gente no ha matado a ninguno de los nuestros todavía, por lo que no hay mala sangre de la que hablar, y no hay razón por la que tu posible ingreso en la alianza deba preocuparlos si no quieres tomar su tierra. Varios de ellos han ido a ver a tu gente por la ciudad y han decidido que son inofensivos. Sin duda, tendrán más opiniones cuando les diga que planeamos enfrentarnos al Maunon, pero te aseguro que no creerán que soy débil por eso. Todo lo contrario.

Clarke se detuvo, y luego hizo otra pregunta, con miedo en sus ojos. -¿Y si se alían con el Maunon?-

Lexa parpadeó, lo consideró, y luego lo descartó. -No. Los Maunon desprecian a mi gente, y los Azgeda desprecian a la Montaña.

-Pero son poderosos-, dijo Clarke rotundamente. -Puede que valga la pena, solo por esa alianza-. Dejó de apoyarse a sí misma de lado con su brazo y medio rodó para recostarse sobre su espalda, mirando a Lexa.

-No-, dijo Lexa de nuevo, su voz firme y segura. Se movió de modo que quedaba a medias sobre Clarke, con sus manos plantadas a ambos lados de la cabeza de Clarke para apoyarse, y besó la frente de Clarke, luego sus labios. Cuando Lexa se retiró, Clarke se levantó por un segundo para conseguir un beso rápido, antes de caer con un suspiro. -Los Azgeda odian a los Maunon más que a nada. Se volverían contra Nia si intentara aliarse con la Montaña; casi se volvieron contra mí por el crimen de simplemente detener nuestro asalto fallido contra el Maunon. Fue solo la liberación de sus propios cautivos lo que me impidió un ataque inmediato. Algunos en el extremo norte incluso consideran que los Hombres de la Montaña no son hombres en absoluto, sino demonios, que usan sus trajes para pasar desapercibidos. Les dicen a sus hijos que los maunon beben sangre y crean las Ripas al infectarlos con locura. Incluso Nia ha declarado que el líder de los Maunon tiene más poder que cualquier otra persona en el mundo debido al número que ha matado. Hay una razón por la que te temen y te respetan tanto por derrotar a Maunon. Nunca ayudarían a la montaña.

-¿Entonces crees que no hay riesgo de ir al norte?- Preguntó Clarke, dejando en claro sus dudas. Enrolló una de las trenzas colgantes de Lexa alrededor de su dedo, jugando con ella, luego movió su mano para dejarla descansar en la parte posterior del cuello de Lexa.

-Mucho en realidad-, dijo Lexa secamente. -Aunque no he ordenado la muerte, no hay garantía de que Azgeda trate bien a tu gente y podría comenzar una guerra. Las facciones junto a Nia pueden desearme muerta, o creer que ella me desea muerta y actuar en consecuencia. Alguien puede querer incriminar a Nia por mi muerte, ciertamente tiene suficientes enemigos.

-Y los Mountain Men podrían ser capaces de averiguar a dónde vamos, también-, dijo Clarke. Suspiró -Si tienen el equipo para detectar el Arca, sabrán exactamente dónde le lleva la órbita. Sumado a todos los que nos dirigimos hacia el norte… será una bandera roja muy obvia.

-Así que hay muchos riesgos-, resumió Lexa.

-Como siempre-, Clarke estaba de acuerdo. Se inclinó hacia delante y besó a Lexa.

-Ai hod yu, Clarke-, susurró Lexa, a una pulgada de los labios de Clarke.

-Ai hod yu, Lexa-, Clarke se hizo eco con una sonrisa.

Lightning Only Strikes Once (Traducida Con Permiso De La Autora) - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora