38. No solo los buenos mueren jóvenes.

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Recién amanecía cuando Lexa se separó de las mantas y los brazos de Clarke, con cuidado de no despertarla. Se puso algunas de las viejas ropas Skaikru de Clarke y evitó las capas exteriores más duras de su propia armadura, excepto un par de piezas. Había tenido un sueño incómodo, lleno de sus miedos al despertar y la molesta sensación de que debería hablar con Clarke sobre todo. No le gustaba ocultarle las cosas a Clarke, pero odiaba discutir con Clarke aún más, y podía reconocer cuándo no estarían de acuerdo sobre un tema y era mejor evitarlo.



Cuando Clarke le preguntó qué deberían hacer con Pike la noche anterior, Lexa se había encogido de hombros y le había dicho a Clarke que podría decidirse más tarde.



Bien. Técnicamente, eso era más tarde. Y ella ya lo había decidido.



Los guardias de afuera comenzaron a seguirla, pero les ordenó en silencio que siguiesen protegiendo a Clarke. Eligió solo cuatro para seguirla. Luego caminó hacia la estación, con su escolta rodeándola.



Los gonas que iban con ella median más de seis pies, puro músculos y armamento. No era que ella necesitase que se viesen feroces, sino que, en comparación, necesitaba parecer inofensiva. Pocas personas miraban a la persona desarmada, más pequeña y físicamente más débil de un grupo para encontrar la más peligrosa.



-Buenos días-, le dijo a Pike, que estaba en la puerta de la estación. No podía cerrarse, ya que se había dañado durante la caída, y sus gonas le habían informado que él permanecía allí toda la noche con una pistola, protegiendo a su gente de los "salvajes". Había otro hombre a su lado que parecía más despierto y que empujó a Pike con la culata de su arma para terminar de despertarlo.



Parpadeó, pareciendo despertarse de un aturdimiento, y levantó su arma de inmediato, apuntando al gona a su izquierda, que le frunció el ceño. -¿Qué estáis haciendo aquí?- Él asintió con la cabeza al otro hombre Skaikru, y el hombre desapareció adentro, presumiblemente para atraer a más personas.



-Quería hablarte sobre tu gente-, dijo, dejando que algunos nervios se mostrasen en su voz. Ella lo miraba como si fuese una joven ingenua y tonta. -Yo ... dijiste algunas cosas sobre los cultivos. Si nuestra tierra no es buena para eso ...



-No te estoy hablando a ti-, dijo, mirando al gona junto a ella.



Lexa parpadea. -¡Oh! ¡Por supuesto! -Se volvió hacia sus guardias. -Por favor, saldremos a caminar para que no nos escuchen. Debéis quedaros aquí. Miró a Pike de nuevo. -No tengo armas, y podemos caminar en la dirección que prefieras. A menos que quieras entrar ... Ella se movió ligeramente hacia la puerta abierta.



Podía ver el cerebro de Pike funcionando. Llevarla adentro le permitiría ver exactamente lo que tenían allí. Cuántos gonas, cuántas armas. -No-, dijo bruscamente, -no voy a hablar contigo donde sea-. Levantó el arma de nuevo amenazadoramente.



-Yo solo-, Lexa dejó que su voz sonase un poco más aguda, como si realmente la estuviera asustando, en lugar de molestarla levemente. -Deseo saber qué puede hacer mi gente para llegar a un acuerdo con usted. ¿Cómo lo llamó Clarke? ¿Un acuerdo, creo? Puede traer más personas si lo desea. Tantos como quiera.



Él miró a Lexa, visiblemente inofensiva y joven. Usando ropa Skaikru. Muy corta en comparación con sus guardias, con los ojos muy abiertos, y los nervios palpables. Lo vio sopesar la oportunidad de intimidar a la joven para que le dé la tierra y el respeto que él quería, contra su disgusto por su gente. Luego miró a sus guardias, un paso detrás de ella, intimidantes. Claramente, él necesitaba dejar a las personas atrás para evitar que entren. -¿Jay?- Llamó de nuevo.

Lightning Only Strikes Once (Traducida Con Permiso De La Autora) - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora