72. El resto es historia.

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Cuando entraron, lo primero que sucedió fue que Raven voló por la habitación para abrazar a Anya, con fuerza. El color volvió a la cara demasiado pálida de Anya y presionó un beso en la frente de Raven. Lexa notó, distante, que se alegraba de que Raven estuviese viva. Y de que Wells también lo estaba, parado en la habitación, con la cara enfadada y enojada.

Asintió con la cabeza a Anya, y Anya se fue para organizar el gonakru y descubrir cualquier otra información que pudiese de ellos, liberando a Raven a regañadientes. Lexa informaría a Anya sobre la información que obtuviese en la reunión que harían más tarde. Raven parecía que quería seguir a Anya por un segundo, pero luego se encontró con los ojos de Lexa y se quedó quieta.

Los otros en la reunión eran Kane, Abby, Sinclair, una gona llamada Jora y, por alguna razón, el niño John.

-¿Quien hizo esto?- preguntó Lexa, su voz demasiado tranquila y controlada. Ella sabía, que todos los demás en la habitación retrocedían porque los estaba asustando. No podría importarle menos.

-Tal vez deberíamos preguntarnos por qué esas personas…- encajó Abby. -…llegaron a Arkadia sin ningún problema, a pesar de todos sus guerreros y su supuesto bloqueo fronterizo.

Kane puso una mano sobre su brazo para calmarla. -Saludos, Comandante-, le dijo a Lexa. Tenía la cara traspuesta, pero todavía conseguía una calma que el resto no podía igualar. -No estamos del todo seguros de quién lo hizo, pero sospechamos que la Prison Station, ya que uno de ellos fue encontrado muerto en la sala de la radio.

-Vi a uno de los amigos de mi padre, uno de los que estaba en la Prison Station, justo antes del ataque-, dijo John sombríamente, lo que al menos explicaba su presencia a Lexa. -Creo que él fue quien provocó los incendios.

-Hubo tres incendios provocados-, Kane le dijo a Lexa. -Creo que fueron una distracción. Dejaron inconscientes a todos dentro de los edificios con ... bueno, ahí es donde esto se vuelve un poco más complicado-. Con un ligero toque, colocó una granada de gas usada sobre la mesa.

-¿Sacaste armas de Mount Weather después de ordenarnos que no lo hiciéramos?- preguntó Abby, cruzando los brazos. Lexa se dio cuenta de que sus ojos estaban rojos y en carne viva, y que las sombras profundas acechaban debajo de ellos, pero no estaba de humor para simpatizar en ese momento, ni siquiera con la madre de Clarke.

-No, no lo hice-, la interrumpió Lexa bruscamente. Solo había una posibilidad. -Si habían usado armas Maunon, debían haberlas obtenido de Azplana, la Reina del Hielo. Ella había tenido un trato con el Maunon en algún punto. Y eso significaba que Nia tenía a Clarke. No. Eso no podía suceder. No otra vez.

-Eso no explica cómo pudieron atravesar tu bloqueo-, respondió Abby.

-Ordené que ningún Skaikru fuera dañado-, recordó Lexa, maldiciéndose a sí misma. No se había dado cuenta de la escapatoria que dejaría a la gente de Diana. O para Nia, usando a la gente de Diana, si eso fue lo que había sucedido. -Pero no puedo entender cómo los dejaste entrar con armamento-, giró la cabeza para mirar a Jora enfurecida.

-Moba, Heda-, dijo Jora, inclinándose casi hasta el suelo. Sus ojos fuertemente azotados lucían temerosos, su rostro liso preocupado y lo hacía parecer mucho más joven de lo que realmente era. -Estábamos registrando a los que entraban y salían, pero se nos ordenó detenernos-. La mirada molesta que envió hacia Abby dejó en claro de quién había sido esa idea.

-De todos modos-, dijo Kane con firmeza. -Este no es el momento de repartir culpas. Lo que importa es lo que sucedió. Usaron los fuegos para distraer a todos, destruyeron la radio y tomaron el misil y a Clarke. No sé si planearon llevarse a Clarke desde el principio, o si fue porque ella mató a uno de ellos, o incluso si la llevaron solo porque estaba más cerca del misil. Si no la reconocen, podrían pensar que podría decirles cómo funciona.

-Probablemente la conocían de la Prison Station-, señaló Raven. -Estuvo allí durante un año.

-Su padre fue el mejor ingeniero que tuvimos-, respondió Kane. -Su madre es nuestra jefa de medicina. Si no la conocieran bien, sería fácil suponer que ella sabía mucho sobre ciencia. Estaba encerrada por conocer los secretos del Arca y estaba en la habitación con el misil, los cuales también apuntan a que es una de las personas que sabrían cómo funciona nuestra arma más peligrosa.

-Supongo-, reconoció Raven de mala gana.

Lexa consideró este punto. Ella tenía muchas ganas de creerlo, por eso mismo no debería. Si Clarke acababa de ser llevada a la Estación de la Prisión para ayudar con el misil, entonces ella no estaría con Nia. Clarke podría escapar fácilmente de su propia gente. Escapar de Nia sería mucho más difícil. Y su muerte con Nia sería mucho más agonizante. Lexa preferiría pensar que la idea de Kane era la correcta.

-Después de que consiguieron a Clarke y al misil, los cargaron en el camión militar-, continuó Kane. -Sabotearon los dos Jeeps y se fueron. No pudimos alcanzarlos a pie.

-No nos esforzamos lo suficiente-, dijo Wells, con voz áspera de ira y miseria. -No nos dimos cuenta de que faltaba, no a tiempo. Estábamos tan ocupados con los incendios.

-No es tu culpa-, le dijo Raven, con una voz más suave de lo habitual.

-Una vez que nos ocupamos de los incendios, encontramos las granadas usadas de Mount Weather-, Kane le dijo a Lexa. -Algunos de los de nuestra gente ... reaccionaron exageradamente. Al igual que algunos de los gonakru.

Lexa cerró los ojos por un momento. Por supuesto que lo hicieron. -¿Atacasteis al Maunon aquí?- le preguntó a Jora, su voz aparentemente tranquila. -¿Olvidando que su tarea era mantener vivo a Clarke kom Skaikru, no vengar los ataques contra las personas aquí?

Se sonrojó un poco. -Nosotros ... pensamos que debían tenerla, escondida. Como habían escondido sus armas. ¡Pensamos que incendiaron y mataron gente! Por supuesto que los rodeamos.

-Al asignar guardias como estos idiotas impulsivos, casi provocas la muerte de más personas inocentes, y también permitisteis que se lleven a mi hija-, dijo Abby mirando a Lexa. -Afortunadamente, los detuve antes de que pudieran lastimar a alguien.

-Justo cuando los detuviste antes de que pudieran descubrir a Skaikru entrando aquí con armas-, replicó Lexa, apenas logrando contener su propia furia. -Sugeriría que no intentes ...

-¡Y permitiste un bloqueo para tener a todos los atacantes listados como excepciones!- Abby dijo, con la voz casi gritando. -Convenciste a Clarke de que estaría a salvo en tu capital, la convertiste en un objetivo y le dijiste que tus guardias la protegerían, y luego ni siquiera pudiste mantenerla a salvo aquí.

-Suficiente-, Kane le dijo firmemente a Abby. -Para. Esto no está ayudando -. Se volvió hacia Lexa. -De todos modos, nos las arreglamos para no dejar que la lucha estallase. Pero en todo el caos, pasó un tiempo hasta que nos dimos cuenta de que Clarke, el misil y uno de los vehículos faltaban. Y no fue hasta que el joven John me encontró que nos dimos cuenta de que era la gente de Diana. Antes de eso, pensamos que debía ser la Nación de Hielo, porque dejaron cabello trenzado al estilo Grounder en la sala de radio.

El tiempo pareció ralentizarse. -¿Una trenza?- Lexa logró decir.

-Si crees que la Nación de Hielo tiene armamento de Mount Weather y han hecho un trato con la gente de Diana, eso podría explicarlo-, dijo Kane. -En ese momento me preguntaba si solo era una mala pista-. Lo sacó de su bolsillo y lo levantó.

La trenza era oscura, sedosa e intrincada. Ella recordaba haber hecho esa trenza, haber repasado el recuerdo tantas cientos de veces que era una secuencia muy gastada, con una claridad al tacto que no había sentido hasta ese momento. Sus manos en el cabello de Costia, Costia sentada frente a ella, como siempre, manteniendo sus manos ocupadas mientras Lexa trenzaba su cabello, agregando detalles a las tallas en su arco, enredaderas y flores que se deslizaban ligeramente en las extremidades superiores e inferiores, con el símbolo de Lexa tallado en el centro de la empuñadura. Ella decía que le ayudaba a apuntar.

Su arco era la envidia de todos los otros cazadores, todos los demás Trikru. Ella era la envidia de todos los demás Trikru, tener el amor y el favor de la Comandante, ser tan hermosa, feliz, feroz, joven y talentosa. Ella era tan hábil con su arco que parecía que nunca fallaba. Eso también se había debido a Lexa, en cierto modo, sus vidas estaban tan envueltas entre sí que Costia se unió a las horas adicionales de entrenamiento que Lexa necesitaba, y ella no. Entonces Costia se volvió incomparable con su arco y Lexa se volvió aceptable, pero no importó porque tenía a Costia para disparar por ella, al igual que Costia contaba con las espadas de Lexa. Después de todo, ¿cuándo lucharían sin la otra allí?

-Fuera-, dijo Lexa con dureza, tomando la trenza como si le quemara la piel. -¡Todos ustedes! ¡Fuera!- Hubo miradas de preocupación, se movieron a su alrededor, pero ella lo gritó de nuevo y tomó su la empuñadura como para sacar su espada. Entonces se fueron y Lexa se derrumbó sobre sus rodillas con un golpe sordo, llevándose la trenza a la cara. Ya no olía a Costia, no después de todos estos años, pero ella fingió que sí.

Estaba sollozando, no podía contenerse. No era solo pena por Costia, era pena por Clarke. Nia la tenía, pero más que eso, Nia sabía lo que Clarke significaba para ella. Nia le había enviado ese mensaje para decirle exactamente qué le sucedería a Clarke, lo mismo que había sucedido antes. Se burlaba de Lexa con el conocimiento de que en algún momento pronto le entregaría una cabeza, la cabeza de Clarke, con quemaduras y cortes y signos de tortura en cada centímetro, de modo que fuese irreconocible, excepto para alguien que conociese a Clarke. Lexa la reconocería.

Ya no podía respirar, sus sollozos se convirtieron en jadeos desesperados, tratando de forzar un aire en los pulmones que no entraba, como si su propio cuerpo no quisiera que viviese lo suficiente como para ver lo que venía. Le dolía y no podía dejar de respirar demasiado rápido, demasiado superficialmente. Le dolía y ardía el corazón, estaba sudando, se estaba ahogando.

-Comandante-, la voz era suave y Lexa miró hacia arriba, pero todo era demasiado brillante y cambiaba de color mientras luchaba contra unos mareos muy intensos. -Comandante, está teniendo un ataque de pánico-. Las manos suaves pero firmes la ayudaron a acostarse. -Comandante. Escúchame. Respira lentamente.

Ella lo estaba intentando, por supuesto que lo estaba intentando. Pero no podía. Sin embargo algo en la voz la estaba ayudando.

-Cuenta hacia atrás desde cien.

Un centenar. Noventa y nueve. Noventa y ocho ... Lexa se concentró por completo en eso, cerró los ojos, ignoró su cuerpo, solo se centró en los números. Ya iba por treinta cuando sintió que respiraba correctamente otra vez. Le dolía todo el cuerpo por el agotamiento, como si hubiera corrido demasiado lejos y demasiado rápido. Sus manos y pies se sentían extraños, hormigueantes y entumecidos. Abrió los ojos para encontrar a Abby mirándola. -Pensé que te había dicho que te fueras-, gruñó.

Abby se puso un poco rígida. -Escuché un ruido-, dijo bruscamente.

Entonces Lexa cerró los ojos y sintió como las lágrimas caían de ellos sin poder hacer nada. Ella no podía hacer eso. Ella no podía ponerse a llorar.

Sintií a Abby moverse, ponerse de pie y luego congelarse. -Eso es, ¿ese es el reloj de Jake?

Lexa había olvidado que llevaba puesto el reloj que Clarke le había dado. Luchó por sentarse. -YO…

-Ese es el reloj de mi esposo-, dijo Abby. Extendió la mano y lo tocó, mirando hacia abajo, su rostro retorciéndose con una emoción que Lexa no pudo identificar. Luego levantó la vista para encontrarse con los ojos de Lexa y los suyos también estaban nadando en lágrimas. -¿Cómo conseguiste el reloj de mi marido? Pensé que lo había perdido cuando Mount Weather nos llevó.

-Clarke, Clarke lo encontró, y me lo dio-, exclamó Lexa.

Abby se vio aturdida, aturdida y abrumada. -Mi hija está enamorada de ti, ¿verdad?- su voz se quebró. -Ella no lo haría, esta es la última parte de Jake que tenemos, Clarke está enamorada de ti. Eso tiene que ser. ¿No es así? ¿La amas?

Lexa solo la miró, incapaz de responder. Pero Abby debió ver la respuesta en su rostro, porque de repente ella abrazó a Lexa, acercándola, su cuerpo temblando entre sollozos. Se aferró a Lexa con fuerza, desesperadamente, y Lexa se encontró llorando de nuevo también, aceptando el abrazo. Las dos simplemente abrazadas, por una vez inesperadamente del mismo lado, aliadas por el dolor, el miedo y el amor por Clarke.

El resto es historia.

Lightning Only Strikes Once (Traducida Con Permiso De La Autora) - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora