91. Primeras impresiones.

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Clarke se despertó adolorida y cubierta de sudor. Se dio cuenta, con cierta sorpresa, de que en realidad se sentía acalorada, y comenzó a deshacerse de las mantas a su alrededor. Finalmente ella se sentó.

Había un fuego crepitante cerca, con Gustus atendiéndolo. Sin duda por eso la cueva estaba mucho más cálida de lo que era, aunque también un poco humeante. -¿Cuánto tiempo he estado dormida?- Clarke dijo con una voz rasposa, le picaba la garganta y le dolía por inhalar aire helado. Extrañaba su reloj, el que Raven le había hecho, el que le habían quitado cuando la gente de Diana la había secuestrado.

-Es casi el amanecer-, dijo Gustus con calma.

Clarke parpadeó, sorprendida. -Pero ya había amanecido cuando llegamos ...-, se detuvo. ¿Llevaba dormida casi veinticuatro horas? -¿Por qué no me despertaste?

-La tormenta de nieve empeoró-, dijo Gustus simplemente. -No podríamos haber ido a ninguna parte. Parecía mejor permitirte descansar.

-Gracias-, dijo Clarke agradecida. Se quitó un par de capas más y se encuentró mirando su abrigo, negro y rígido con la sangre seca de Ontari. Tragó saliva y levantó la vista otra vez, luchando contra el recuerdo. No era la culpa lo que le incomodaba de la muerte de Ontari, era que casi había entrado en shock cuando Ontari la asaltó. Normalmente, ella era la que sabe reaccionar, siempre. Los únicos momentos en que ella no había sabido hacerlo era...

No pienses en la muerte de Lexa. Solo no lo hagas.

Se aclaró la garganta. -¿Sigue cayendo?

-Skaikrusha quiere nau-, dijo Gustus distraídamente, comenzando a buscar algo en la pila de mantas y herramientas a su lado.

-Bien-, dijo Clarke, aliviada y preocupada al mismo tiempo. Que tormenta se estueviese calmando era una buena noticia porque significaba que podían ponerse en marcha, y una mala noticia porque significaba que Nia y su gona saldrían a buscarles.

-Aquí-, dijo Gustus, encontrando lo que estaba buscando. Le pasó un poco de carne seca envuelta en tela.

Clarke de repente se dio cuenta de que estaba hambrienta. Tomó la carne y la rasgó. A mitad de seguir su segundo bocado, hizo una pausa. -¿No has comido todavía?- ella preguntó indistintamente.

Gustus se encogió de hombros. -Es tu comida, Clarke kom Skaikru-. Hizo una pausa y se corrigió. -Clarke kom Kongeda.

-Es nuestra-, dijo Clarke con firmeza. -Come algo.- Ella vio su expresión acongojada. -Soy la segunda al mando de Lexa y, en su ausencia, estoy a cargo. Y te ordeno que comas algo.

-No tenemos mucho-, comentó.

-Obtendremos más-, respondió Clarke. -Quiero decir, a menos que te desmayes antes de que podamos. Luego me moriré de hambre o me congelaré sin tu ayuda y nos habrás matado a los dos.

Su terca mirada se desvaneció lentamente hasta convertirse en una sonrisa y extendió la mano para tomar una tira de carne. -No creo que nada pueda matarte, Clarke. Eres demasiado feroz para eso.

Ella le devolvió la sonrisa. -Sí, esperemos que sí-. Ella cerró los ojos ante la repentina oleada de emoción. -Quiero irme a casa-, dijo ella, su voz sonaba peligrosamente similar a un sollozo. -Quiero ver a Lexa, Wells, Raven, Octavia, mi madre... estoy harta de la nieve ... quiero ver a Lexa. Tengo muchas ganas de ver a Lexa.

Gustus simplemente la miraba con ojos tranquilos y comprensivos. -Yo también-, fue todo lo que dijo.

Clarke tragó un poco más de carne y tomó unos tragos de un odre de agua que Gustus le pasó, y obligó a sus emociones a retroceder. -Entonces supongo que deberíamos irnos, eh. Si Nia y su gona se vieron obligados a volver a entrar debido a la nieve, tendremos una ventaja.

Lightning Only Strikes Once (Traducida Con Permiso De La Autora) - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora