3. Reuniendo fuerzas

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Lexa logró pasar el día casi sin rendirse a sus emociones. Si bien su saludo a Gustus había sido tal vez más entusiasta de lo normal, además de hablarle más a menudo mientras asistían a las citas del día, por todo lo demás había sido muy fácil volver al ritmo normal de su tiempo de paz

Lexa solucionó algunas disputas en relación con varios delitos y se reunió con los embajadores de dos krus para fijar el precio correcto para los diferentes tipos de carne ahumada, pescado y conejo, en un acuerdo comercial que estaba causando una leve fricción.

Otro embajador fue a darle información sobre Luna, que había estado bastante perdida en los últimos tiempos, y le transmitió un mensaje codificado. Dos espías de Azgeda (Lexa tenía gente en cada clan de la coalición, no era prudente permanecer ignorante) habían regresado e informado que todo estaba tranquilo, pero que Nia estaba malhumorada esos últimos días.

Un guerrero, que había luchado junto a Lexa hacía un año, había muerto de una enfermedad, y ella asistió al ritual de purificación, honrando la valentía pasada del hombre mientras su houmon bajaba la antorcha sobre la pira de su amante.

También se dedicó a entrenar a los natblidas en el lanzamiento de cuchillos, y para divertirse un rato desafió a Gustus a una competencia y lo derrotó, mientras los niños la alentaban. Gustus apenas podía contener su sonrisa y su afecto por ella.

Y luego fue el momento de parar a comer, rápidamente, con Gustus a su lado, esperando cualquier orden.

Era desgarrador para ella saber que, aunque tenía a Gustus de vuelta, nunca volvería a ser “su Gustus”. Ella nunca podría volver a confiar en él como una vez lo hizo. Al igual que con Titus, podía confiarle su vida, pero no podía confiarle la de Clarke.

Con todo lo que había sucedido descubrió que quien haría cualquier cosa por ti, es casi tan peligroso como el enemigo.

Se las arregló para averiguar qué época del año era, y tuvo un vago recuerdo de ese día. Aunque no notó nada en particular, calculó que, en aproximadamente una semana, recibiría un mensaje de Anya, que le contaría sobre los extraños que habían llegado a su tierra.

Aproximadamente una semana después, recibiría otro mensaje, un mensaje sobre la destrucción de una aldea a manos de estos invasores, no por comida ni por tierra, sino aparentemente por venganza.

Poco después, los mensajes comenzarían a llegar con más frecuencia, y ninguna buena noticia, y entonces enviaría a Tristán y sus guardias del bosque a lidiar con esta incursión, frustrados por la dificultad sin precedentes de Anya para eliminar este problema.

Sería el último mensaje que enviaría a Anya, y le diría que la ha decepcionado.

Lexa siempre había sido muy paciente. Pero, en este caso, no había razón para que esperase. No deseaba que Clarke volviese a quemar vivos a trescientos de sus mejores guerreros, ni que Anya muriese.

-¿Cuántos guerreros de las áreas circundantes puedes reunir al amanecer-, le preguntó a Gustus de repente- Aparte de Tristán y los guardias del bosque-.

Gustus se sorprendió. -Creo que…, tal vez cuatrocientos, si comienzo ahora. ¿Es por Azgeda?-

-Cuatrocientos-, reflexionó Lexa, ignorando su pregunta. -Si incluyes los guardias de Tristán que ya están aquí, así como la unidad de Anya, y si me detengo en Tondc en el camino, para reunir las fuerzas de Indra también ... eso me dará un ejército de casi ochocientos guerreros-.

-¿Heda?- Dijo Gustus, preocupado, aunque intentando ocultarlo. -¿Por qué necesitas ochocientos guerreros?-

-Deseo visitar mi viejo hogar-, dijo Lexa.

-¿Por qué?- Preguntó Gustus. -¿Y por qué con un ejército?¿Has escuchado algo? ¿Indra o Anya han cometido un crimen?-

-No-, respondió Lexa con firmeza. -Por supuesto no. Son leales y fuertes-.

-¿Entonces por qué?-

-He hablado con los comandantes pasados-, dijo Lexa. Y aquello fue irrefutable.

Los Skaikru originales llegarían pronto si no lo habían hecho ya. Clarke Kom Skaikru siempre insistía en que su gente nunca tuvo la intención de iniciar una guerra con Trikru, aunque Lexa sabía que Clarke era astuta y capaz de mentir para proteger a su gente (uno de los muchos rasgos que compartían).

Si ese era el caso y realmente deseaban la paz, entonces no necesitaría ochocientos guerreros, pero era mejor estar preparada de todos modos. Aunque seguramente serían de utilidad en el área tarde o temprano.

Había varias formas de lidiar con un grupo cuando no quieres matar a ninguno de los integrantes. Una era tomar una pequeña guardia y conversar con ellos, confiando en el honor y la palabra de cada uno para proteger a ambas partes.

Según su experiencia, esto generaba buena voluntad, pero estaba la posibilidad de terminar con un baño de sangre, ya que el honor rara vez servía para protegerle a uno de una lanza o de una flecha. Tal vez primero intentase esta estrategia, enviaría a Anya y a parte de su unidad desarmados, para demostrar su voluntad de paz, para que Clarke volviese con ella para negociar.

Otra forma sería llevar tantos guerreros que los Skaikru bajaran las armas de inmediato, reconociendo que luchar sería un suicidio. Esta táctica no había funcionado con Skaikru antes, había sido una masacre, sólo habían dejado viva a Indra, pero también había sucedido cuando el resto de su gente ya había caído del cielo.

Si Lexa llegaba con ochocientos guerreros que la respaldasen, este contingente de Skaikru podría estar dispuesto a rendirse y negociar de inmediato. Pero si lastimasen a Anya previamente, no podría seguir con este plan.

A los Trikru no les gustaban las amenazas, y mucho menos los extraños con armas, pero si la gente de Clarke se rendía de inmediato, ella podría contener la situación y prevenir que se derramase sangre.

Asintió a sí misma, estaba decidido.

—Gustus, alerta a Tristán de que salimos al amanecer pasado mañana. Luego, envía jinetes a las ciudades y pueblos más cercanos para recoger esos cuatrocientas guerreros-.

-Sí, Heda-. Gustus era demasiado disciplinado para cuestionar lo que ella había escuchado de los comandantes pasados, pero vio que su rostro había palidecido ligeramente. Si Heda exigía un ejército de ochocientos sobre la base de órdenes de los espíritus, significaba algo malo. Estaba asustado.

Así que decidió tranquilizarlo. -Es solo una pequeña cantidad de gonas con los que espero tratar, Gustus, los superaremos enormemente. No estés tan preocupado. Simplemente deseo demostrarles el poder de Trikru. Es una demostración de fuerza-.

-Ah-, Gustus se sintió aliviado. -Okey. Sólo iremos para hacer una “demostración”…-. Sonrió, sin duda pensando que iban a despejar el área de bandidos o algo similar.

-“Nosotros” no iremos-, aseguró Lexa, suavizando su voz ligeramente pero dejando claro que era una orden. -Debes quedarte aquí, Gustus, y cuidar de las Natblidas-.

Él se estremeció. -Soy tu guardaespaldas, Heda, es mi deber protegerte-.

-Es tu deber obedecerme. Puedo protegerme, Gustus. Quédate y protege nuestro futuro-, entonces hizo algo que nunca antes había hecho, y brevemente cubrió su mano con la suya, un gesto abierto de afecto que los sorprendió a ambos. -Beja, Gustus. Estaré bien-.

Lexa no podía llevarlo con ella, no cuando temía tener que terminar con su vida otra vez. Ella no había planeado en el pasado obligar al pequeño grupo de Clarke a rendirse, y no sabía qué terminará pactando con Skaikru, por lo que tampoco podía saber si Gustus aprobaría lo que fuese a suceder. No deseaba arriesgar la situación nuevamente, pero tampoco destruiría a la gente de Clarke. Quizás Clarke, incluso sin sus recuerdos, tendría un plan en el que Lexa no había pensado.

Después de todo, Clarke era Clarke.

Lightning Only Strikes Once (Traducida Con Permiso De La Autora) - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora