79. Quién eres cuando nadie te ve.

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Estaba oscuro y hacía frío, casi todos los fuegos se habían extinguido por la noche, aunque Clarke estaba segura de que el de la habitación de Nia aún ardía de manera brillante. Su propia habitación ni siquiera tenía fuego. Decidió que si la atrapaban, su excusa sería que tenía frío, por lo que estaba tratando de encontrar un lugar que tuviera fuego y pensó que el comedor tendría.

Posiblemente era la primera vez desde que habían llegaron allí que no había nadie con ella. Ontari la había estado siguiendo a todas partes, con los ojos clavados en la nuca de Clarke. No estaba segura de si la extraña obsesión de Ontari con ella se debía a lo que creía sobre su relación con Lexa, o si solo estaba disfrutando del control que tenía sobre la vida de Clarke. Ni siquiera creía que hubiese necesariamente algo sexual en todo aquello, y ciertamente no había nada romántico: simplemente parecía que Ontari disfrutaba el efecto que tenía sobre Clarke, disfrutando de causarle incomodidad.

Pero Nia había ordenado a Ontari que hiciera un entrenamiento extremo hoy, enfrentándola contra gona tras gona aparentemente solo por diversión, y como resultado Ontari cayó rendida bastante temprano. Aquella era su oportunidad.

Cojeaba lo más silenciosamente posible hacia la puerta detrás de la cual estaba Gustus, el golpeteo de su bastón la hizo estremecerse. Luego hizo una pausa, atrapada por algo que no había visto antes cuando las antorchas no estaban encendidas, no había podido ver el grabado en la empuñadura del arco intrincadamente tallado que colgaba sobre la puerta, ya que había estado en sombra.

Era una rueda dentada. La rueda dentada que llevaba Lexa.

Clarke decidió que era espeluznante que Nia tuviese algo con eso estampado. Pero entonces, ¿qué pasaba con este lugar? ¿No era espeluznante? Un palacio escondido en una montaña, un gobernante opresivo y un hobre torturado como pieza central. Y pensó que Cage parecía un villano de Bond al lado de Nia.

Abrió la puerta tan suavemente como pudo. Gustus estaba desplomado contra sus cadenas, durmiendo inquieto, pero se agitó ante el ruido. Sus ojos se abrieron parpadeando. Por un segundo se vio aterrorizado, pero luego se relajó cuando se dio cuenta de que no había nadie detrás de ella. Clarke extendió sus manos a través de los barrotes y logró aflojar y jalar su mordaza.

-Mochof-, dijo, con la voz cruda.

-Pro-, dijo ella, sin saber qué más decir. Por un largo momento ella solo lo miró. Su mano derecha todavía estaba algo destrozada, bueno, todo él todavía estaba destrozado, y se veía aún más delgado que la última vez que lo había visto. Recordando, ella metió la mano dentro de su voluminosa chaqueta y sacó un poco de pan duro. -No es mucho-, dijo en voz baja, extendiéndola, -Pero es algo.

Lo mantuvo firmemente mientras él lo rasgaba y lo tragaba dolorosamente. Le faltaban un par de dientes, observó, y sintió que le dolía el corazón en el pecho.

-¿Heda?- se las arregló para decir después de que se lo hubiese tragado todo. -Tú sabes...

-No he visto a Lexa desde que me llevaron-, le dijo Clarke. -Pero cuando lo hicieron, ella estaba sana y segura. No sé lo que te dijeron, pero derribamos la montaña ...

-A veces puedo escuchar cosas-, dijo. -Incluso a través de la puerta. Aunque no mucho.- Hizo una mueca dolorosa. -Es bueno saber que los Maunon se han ido.

-Lo que dijo sobre Lexa...

-Es una mentira-, dijo con firmeza, antes de volver a bajar la voz. -Su mentira, o la mentira de su hijo ... no importa. Roan no pudo matar a Heda. Ella es una maravilla, y él es un branwada, un debilucho, un gusano. No es nada para ella y nunca podría matarla.

Lightning Only Strikes Once (Traducida Con Permiso De La Autora) - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora