102. Donde reside la lealtad.

2.6K 261 20
                                    

-Después de pensarlo detenidamente-, dijo Raven dramáticamente, -he decidido: el invierno apesta. La nieve apesta. ¿Sabes qué más apesta?- Se resbaló un poco y Lexa la agarró del brazo antes de que pudiese caer de nuevo.

-Déjame adivinar-, dijo Clarke. –El hielo. El hielo apesta. Sabes, caminé a través de este lago cuando nevaba tanto que apenas podía ver, y no me quejaba tanto como tú.

-Tal vez deberías-, respondió Raven, sofocando una tos ronca. -Porque todas estas quejas realmente me mantienen motivada.

Las voces de ambas chicas eran amortiguadas por las bufandas que se envolvían alrededor de sus caras. Según la estimación de Lexa, cada una de ellas ahora usaba tres veces más capas que cualquier otra persona en el grupo, lo que al menos había hecho que las frecuentes caídas de Raven sobre el hielo fuesen menos dolorosas de lo que serían de otra manera. También las hacía torpes y lentas, pero, con el tobillo débil de Clarke y la tos persistente de Raven, probablemente fuese necesario ir despacio de todos modos.

Sin embargo, Gustus parecía impaciente por el ritmo: habían estado caminando alrededor del lago durante horas, colocando las bombas de Raven para que estallasen cuando usara el gatillo. El día anterior habían esparcido cinco bombas de sur a norte en la parte oriental del amplio lago, y no había razón para precipitarse. Como los demás habían informado lo cerca estaba el gonakru la noche anterior, ese día tenían mucho menos tiempo, y Gustus tenía mucha menos paciencia, especialmente con Raven.

Quizás Lexa debería haber asignado sus roles de manera diferente. Pero cuando se trataba de explorar la ubicación del enemigo y dejar un rastro falso, dos ciudadanos de Azgeda y un antiguo explorador habían sido las mejores opciones. Raven deseaba poner sus propias bombas, y Lexa sabía que ninguna de ellas tendría tanta confianza en ese plan si alguien más se hiciera cargo de esa tarea. Y en el lago helado, con solo un poco de nieve flotando ociosamente, si alguien llegara al borde del lago, podrían ver a Raven, por lo que ella, Gustus y Clarke estaban allí para brindar protección contra posibles atacantes. Entonces era la mejor configuración. Sin embargo, la queja de Raven definitivamente irritaba a Gustus.

-Ya casi hemos terminado-, le aseguró Lexa a Raven, y también a Gustus, indirectamente. -La cueva está justo por allí.

Raven entrecierra los ojos. -¿Cómo diablos se puede saber?-, comentó. -Se parece a cualquier otro montón de nieve para mí.

-Algún día, cuando tengamos tiempo, te enseñaré a rastrear-, le prometió Lexa, luego miró a Clarke. –A ambas.

-¡Me encanta la idea!-, dijo Clarke. Lexa no puede ver su boca a través de la bufanda pero sonaba como si estuviera sonriendo.

Raven miró de nuevo en su bolso. -Quedan dos-, informó. -¿Quieres que ponga las dos bombas en este tramo o solo una más y mantenemos la otra de reserva?

Lexa lo consideró. -Tenemos las granadas-, dijo pensativa. -Y no más gatillos.

-Sin embargo, tenemos temporizadores-, señaló Raven. -Y estas bombas son más poderosas que un par de granadas. Me sentiría mejor si no los explotáramos a todos con una idea loca.

Clarke miró a Lexa y se encogió de hombros. -En este momento no creo que una bomba más o menos haga la diferencia-, opinó. -O el hielo todavía es lo suficientemente delgado como para que esto funcione o no lo es.

-Guarda uno, entonces-, dijo Lexa con firmeza. Raven dejó la última sobre el hielo casi con reverencia y comenzó a trastearla, sin duda sintonizándola con el gatillo. Lexa se volvió hacia Gustus. -Entonces ... es hora de que te unas a Sión-, dijo, y no pudo reprimir un ligero temblor de emoción.

Lightning Only Strikes Once (Traducida Con Permiso De La Autora) - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora