125. Polísticos.

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Lo más notable de llegar a Polis había sido el repentino cese del ruido. El susurro de las hojas y los pequeños ruidos de insectos y animales dieron paso a un silencio deliberado, como si todos los habitantes de la ciudad contuvieran la respiración. Clarke creía que ese podía ser el caso en efecto. Alguien debía haber escuchado sobre su llegada y había corrido hacia la ciudad; esa era la única explicación para la recepción que les esperaba. Todos los que veían estaban perfectamente callados, con la frente pegada al suelo. Lanzaban miradas furtivas e incrédulas hacia Lexa, pero bajaban la cabeza después de solo un segundo, como si tuvieran miedo de ser sorprendidos mirándoles.

Enervaba a los caballos y los ponía nerviosos. También ponía nerviosos a sus jinetes, pero lo escondían mejor mientras cabalgan hacia la torre.

Había sido una niña pequeña la que lo había iniciado, probablemente de solo tres o cuatro años, demasiado joven para entender completamente el silencio sobrecogedor. -Heda-, balbuceó cuando vio a Lexa, levantando la cabeza del suelo. Su padre, horrorizado, intentó silenciarla, pero se detuvo cuando Lexa inclinó solemnemente la cabeza hacia la niña. -¡Nontu, chek Heda au! ¡Heda!

El canto fue recogido por la multitud. También estaba el grito ocasional de Wanheda o de Newanen, pero estaban enormemente abrumadas por la multitud que llamaba a su líder por su título más conocido. Polis era la casa de Lexa, después de todo, y había pasado años allí en comparación con los pocos días que había estado Clarke. Su llegada era interesante para ellos, pero la supervivencia de Lexa era maravillosa, imposible. Tenían a su Heda de vuelta. Su mundo había sido recogido y sacudido, pero ahora, asombrosa e inesperadamente, se había enderezado. -¡Heda! ¡Heda! ¡Heda!

Los guardias golpeaban el suelo con sus lanzas al compás de los gritos. Lexa solo levantó su brazo sano lentamente a modo de saludo, luego lo bajó y continuó cabalgando, con el rostro orgulloso y la barbilla inclinada. Los gritos se intensificaron.

Y de repente estaban frente a la torre. Aden estaba a la cabeza del resto de la Natblida. Como uno solo, se arrodillaron y luego también se postraron en el suelo. Lexa sonrió por primera vez desde que habían entrado y gritó: -¡Natblida Aden!

El cántico se suavizó, pasando a susurros y luego a ese silencio expectante nuevamente, pero esta vez sus cabezas estaban levantadas en lugar de mirar al suelo. Aden se puso de pie y avanzó varios pasos. -Heda-, dijo, inclinando la cabeza por un momento una vez más. -Te doy un saludo. Te han extrañado mucho.

-Has manejado bien a Polis en mi ausencia-, dijo Lexa. Su voz viajaba a través del mar de rostros.

-Mochof, Heda.

Lexa asintió regiamente. -Hablemos dentro-, ordenó. Luego giró el caballo por un breve momento, volvió a levantar el brazo y gritó: -¡Kos Kongeda!

-¡KOS KONGEDA!- la alegría resonó por la ciudad. Clarke estaba casi sorprendida de que la fuerza no la empujase del caballo. Pero en cambio Lexa le ayudó a bajar y en segundos estaban dentro.

-Sin duda tendré que decirles más después-, comentó Lexa en voz baja. -Pero eso debería ser suficiente por ahora.

-No veo ninguna razón para explicarles nada-, dijo Anya. -Permíteles que hagan sus propias historias de lo que sucedió.

-En gran parte, lo haré-, respondió Lexa con calma. Pero debo asegurarles que Nia está muerta. También debo decirles que Titus está muerto. Y necesito confirmar la posición de Clarke, la posición de Roan, la posición de Zion, incluso mi propia posición, en caso de que algunos se pregunten si Aden seguirá al mando de Polis incluso sin la Llama. Les diré cómo es el mundo ahora, pero no hay razón para repetir todos los detalles de cómo llegó a ser así. ¿Qué opinas, Clarke?

Lightning Only Strikes Once (Traducida Con Permiso De La Autora) - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora