77. Un día helado en el infierno.

2.4K 277 13
                                    

Viajar al norte con Nia, Ontari y el grupo de gona de Nia rápidamente se convirtió en una rutina. Lo que no quiere decir que fuese agradable. Los gona solían decir cosas groseras con matices, aparentemente sin darse cuenta de que Clarke hablaba bastante bien el Trigedasleng. Ontari regularmente decía cosas groseras, pero en su caso las decía en inglés y no se molestaba en hacerlo en voz baja. Mientras tanto, Nia hacía preguntas incómodas, provocando a Clarke cada vez que se aburría del viaje, como un gato perezoso y cruel que golpeaba a un ratón indefenso.

El tobillo de Clarke dolía, el frío no le ayudaba en absoluto y el viaje constante aún menos. Además de eso, los brazos de Clarke se ponían rígidos al recostarse sobre el caballo en lugar de aferrarse a Ontari, y su espalda se ponía rígida tratando de mantener el equilibrio de esa manera. La única vez que ella se rindió y se aferró a Ontari mientras estaban haciendo galope, Ontari se quitó uno de sus guantes, empujó la manga de Clarke para mostrar una parte sensible de su antebrazo y luego clavó sus uñas en ella hasta que sangró. Clarke decidió no volver a hacerlo nunca más.

Se dio cuenta rápidamente de que Ontari se dominaba y dominaba el miedo de otras personas, y no de una manera elegante, por medio de un juego de poder, como Nia. No, a Ontari no le gustaban esas cosas, parecía disfrutar de asustar a la gente haciéndole daño directamente. E Intentó hacerlo con Clarke.

La tercera noche despertó de golpe encontrando a Ontari inclinada sobre ella. Clarke se arrastró hacia atrás tan rápido que se golpeó la cabeza con el poste de la tienda. -¿Qué demonios?- ella siseó. En cierto sentido, estaba contenta de haberse despertado ya que estaba teniendo una pesadilla, pero, francamente, la vida real parecía tan inquietante como la pesadilla en aquel momento.

-Seguías diciendo el nombre del Comandante-, dijo Ontari suavemente, con un brillo inquietante en sus ojos. Por un segundo, Clarke creyó que la habían descubierto, que había estado diciendo lo que realmente sentía por Lexa mientras dormía porque ya no podía decirlo en voz alta. Luego Ontari continuó, imitándola con un gemido agudo pero aún hablando en voz baja, -¡Oh, Lexa! ¡No! Lexa! ¡No! ¡Por favor no! ¡No me hagas esto!

Clarke había vuelto a soñar con la muerte de Lexa, lo que no le sorprendía, dado que ya no dormía con ella. Después de una fracción de segundo de confusión, se dio cuenta de lo que Ontari pensaría que estaba soñando, y se sintió enferma, tanto por la leve sonrisa en la cara de Ontari como por la idea que tenía de la Comandante. Sin embargo, si Ontari le decía a Nia, Clarke suponía que eso le ayudaría a mentir. Pero a ella no le gustaba dar esa imagen de Lexa, de todos modos.

-Parece que tú y la Comandante se divirtieron mucho juntas-, dijo Ontari, sonando divertida. Deslizó un dedo por la mejilla de Clarke y Clarke se retiró más atrás.

-Tócame otra vez y gritaré-, le advirtió Clarke.

-¿Y por qué me importaría?-dijo Ontari, pero su mirada involuntaria sobre su hombro y la suavidad con la que todavía hablaba la delataron.

-Los dos sabemos que Nia todavía está decidiendo qué piensa de mí-, le dijo Clarke. -Si ella quiere trabajar conmigo o matarme. Si tomas esa decisión por ella, dudo que esté encantada.

Ontari frunció el ceño y retrocedió, mirando a Clarke. -Bien, destructora de la montaña. Duerme un poco. Yo vigilaré-. Se recostó contra otro poste, sacó su cuchillo para jugar con él y miró intensamente a Clarke. –Estaré atenta.

Clarke se dio cuenta de que Ontari estaba tratando de asustarla ahora, tratando de dificultarle el sueño. Lamentablemente, saber eso no impidió que funcionase, esa noche y las dos noches siguientes que aun viajaban no pudo pegar ojo. Cuando llegaron a su destino, Clarke estaba exhausta. Por supuesto, Ontari tampoco se veía particularmente bien descansada. Al igual que Lexa, quizás su sangre negra ayudase, porque ciertamente no parecía tan cansada como Clarke.

Lightning Only Strikes Once (Traducida Con Permiso De La Autora) - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora