15. Como una de tus chicas francesas.

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-Gracias-, dijo Clarke desde la puerta de la habitación, pero sin entrar.

Lexa abrió los ojos y Clarke pudo ver que estaba meditando, tal vez tratando de relajarse después de la discusión anterior.

A ella también le había resultado difícil calmarse. Dio varios pasos hacia dentro y repitió: -Gracias.

Levantó el cuaderno de dibujo y los lápices que solo Lexa podía haber dejado en su habitación. -Gracias por recordar.

Se encontró con los ojos de Lexa y la vio registrar el doble significado. -De nada, Clarke-, se aclaró la garganta- ¿Es por eso que has venido, para darme las gracias?

-No-, admitió.

Ese precioso regalo definitivamente no era la razón por la que ella estaba allí. Eso era solo un recordatorio para ella de que Lexa era una buena persona, una gran persona, de hecho. De que en realidad no estaba tratando de hacerle daño, ni a Murphy.

Al igual que Clarke, solo estaba tratando de hacer lo mejor para su gente. Pero a diferencia de Clarke, ella los veía a “todos” como a su gente, en vez de intentar hacer lo que se necesitaba hacer.

-Vine a decir que tienes razón. Que espero más de tu gente que de la mía. Pero debes comprender que no es porque tu gente me parezca merecedora de menos derechos. Es por todo lo contrario. Es porque pienso que sois mejores.

-Mochof, Clarke-, dijo Lexa, pero todavía parecía infeliz. Quizás ella también había estado esperando una discusión, incluso una pelea a gritos, alguna salida real para la tensión que seguía existiendo entre ellas.

Era palpable entre ellas incluso en ese momento, Clarke podía sentirlo. Era difícil estar cerca de alguien por quien sientes tanto y tener que aguantarte las ganas, se preguntaba si era por eso que había reaccionado de forma tan exagerada antes. No por su gente, ni por Murphy, sino por el hecho de que Lexa estaba allí y no podía tocarla.

-Debería ser yo quien te lo agradezca, después de todo lo que has hecho-, continuó Clarke en voz baja. -Y… lo siento. Debería estar diciendo eso también. Lo siento mucho. Necesitamos usar los mismos castigos para mi gente y la tuya, de lo contrario las cosas irán muy mal rápidamente, entiendo eso. Fue una reacción visceral y estaba siendo hipócrita. Espero que algún día podamos hacer que los castigos que usamos para nuestra gente sean menos severos. Quizás en tiempo de paz, una paz fuerte y duradera, nos permita hacerlo, eventualmente. Pero en este momento, que Murphy pase un par de días en un pozo no es el fin del mundo-, sonrió a Lexa - al menos estará más tranquilo.

Lexa sonrió, levemente, pero hizo que el corazón de Clarke se acelerara. Sonreía con tan poca frecuencia que cada vez que lo hacía se sentía como un regalo. -Yo también lo siento, Clarke. Debería haberte consultado antes de dar la orden. Simplemente no quise hacer eso delante de Titus.

-Lo entiendo-, respondió.

Lexa siguió sonriendo, inclinándose hacia adelante, las velas encendidas en la habitación calentaban el aire y le iluminaban de forma especial la cara. Clarke carraspeó intentando recomponerse y seguir hablando -Eso… fue ... totalmente comprensible-.

Genial, ahora sonaba como una imbécil. Pero, ¿cómo podía pensar con claridad cuando Lexa le sonreía de esa manera?

-Le he dado instrucciones al carpintero para que no le exija más trabajo a Murphy cuando lo dejen salir de su celda, sino que le provea alimentos-, dijo Lexa. -Podemos hacer planes adicionales una vez que regresemos de TonDC, si te parece. No deseo que tu gente se niegue a contribuir y que se considere una carga, pero tampoco deseo forzar las cosas entre nuestra gente al obligar a Murphy a hacer un trabajo que solo lo resentirá y evitará que se integre.

-Por el momento, eso debería funcionar-, dijo Clarke. Intentó pensar en algo que pudiera hacer Murphy. Tal vez después del viaje a TonDC podría convertirlo en su asistente en lugar de Octavia, y hacer que un gona, o tal vez Indra, tomase a Octavia como Sekon, eso también sacaría a Octavia de su lado, ya que cada vez sospechaba más. Sin embargo, la idea de pasar todo el día con Murphy le hacía temblar, y estaba segura de que sería mucho menos útil que Octavia.

Lexa levantó las cejas, mientras Clarke estaba de pie, quieta en la habitación. -¿Eso es todo?

Todavía había restricciones en su voz, a pesar de la sonrisa. Clarke sentía que había creado una distancia entre ellas al reaccionar de forma exagerada acerca de Murphy. Y eso no era lo que ella quería en absoluto. Detestaba esas veces, en las que reaccionaba enceguecida en los temas que tenían que ver con su gente. Demasiado a menudo, incluso.

Tal vez, con el tiempo, sería como Lexa, capaz de ir más allá de esa forma de pensar, capaz de ver las cosas con mayor claridad. Pero en ese momento, su deber era para con su gente, era su responsabilidad, su trabajo. Ella debería estar protegiéndolos, pero eso era casi condescendiente, ¿no? Su gente necesitaba ser capaz de enfrentarse a las consecuencias de sus actos.

La última vez que había actuado así, terminaron con Lexa sangrando frente a ella, una víctima de su compasión. Algo por lo que Lexa no la ha culpado, y sabe que nunca lo hará.

-Tenía la esperanza-, comenzó a decir, vacilante, no había pensado como pedírselo pero sabía lo que quería. -…esperaba, que me dejaras dibujarte. Mientras estás despierta, esta vez-. Trató de no mostrar cuanto deseaba dibujarla, pero probablemente había fallado.

Había querido dibujar a Lexa dese que la conoció, capturarla en el papel, pero estaba demasiado ocupada y luego fue demasiado orgullosa para preguntarle. Nunca había sentido una necesidad tan fuerte de hacerlo con nadie ni con sus padres, ni con Wells, ni con Finn... nunca había deseado tanto la oportunidad de pasar horas mirándolos, perdiéndose en sus ojos, inmortalizando el capricho de sus labios, de una manera que le permitiese llevarlos siempre consigo.

Con suerte, en ese mundo ella también se quedaría con la verdadera Lexa.

Lexa lo consideró durante un breve momento. -Está bien-, tan solo dijo. Su sonrisa regresó, dulce y esperanzada, una sonrisa de Lexa mucho más que de Heda.

Nunca había dibujado a Lexa así antes. Mientras dormía era hermosa, pero había algo indefinible en su aplomo y en sus expresiones que hacían que su belleza fuese más fuerte, más dura, impregnada de un poder oculto en sus rasgos. Era un desafío, más que cualquier otra persona que Clarke haya dibujado, ya que no creía que fuese capaz de capturar todo lo que veía.

Sin embargo, logró obtener la sonrisa de Lexa, que mantenía en su cara mientras estudiaba a Clarke.

-¿Puedes hacer un dibujo de ti misma? Para mí- Lexa preguntó finalmente. -Me gustaría tener...- no logró finalizar la frase. Clarke sintió como si un puño apretase su corazón. Era tan... tan Lexa. Su Lexa.

-No… no puedo dibujarme bien-, admitió Clarke. -Lo he intentado antes, nunca sale parecido a mí. Tal vez porque tengo que dibujar desde un reflejo, así que la imagen está al revés. Pero Lincoln puede hacerlo, supongo que podríamos preguntarle.

-Tal vez lo haga-, dijo Lexa, sonriendo levemente. -Su cara sería muy divertida. Sin duda, ya se pregunta por qué me preocupé en preguntar a Anya e Indra específicamente sobre él. Eso también las confundió a ellas.

-Es difícil saber quién podría volverse importante-, respondió Clarke, tratando de dibujar el brillo en los ojos verdes de Lexa. Era imposible, por supuesto. Algunas cosas no se podían poner en el papel.

-Quiero decir, todos son importantes, pero ya sabes a qué me refiero. Estamos prestando mayor atención a las personas sobre la base de lo que podrían hacer. Quiénes podrían ser. Es difícil, saber más.

-Sí-, dijo Lexa -…exactamente. Es difícil saber lo que podría suceder, saber cuánto podríamos llegar a perder-. Se encontró con los ojos de Clarke.

Había tal emoción en ellos que Clarke casi se olvidó  de que estaba dibujando. Dejó caer el lápiz. -Lexa…-, dijo en un suspiro más que en una palabra.

-Clarke-, respondió solemnemente, con sus ojos todavía llenos de tanto amor que hacían que Clarke se debilitase. Pero no era simple, era un amor que no llegó a asentarse, a vivirse, un amor enredado con la pérdida, la certeza, la amistad, el miedo y el sacrificio. Era un amor que había resistido la traición, el dolor, la violencia y las lealtades divididas. Era un amor tan fuerte que Clarke creía que era la razón por la que podrían traspasar el tiempo.

-… Clarke… lo haces mucho más fácil. Gracias por estar aquí conmigo.

Clarke no sabía si se refería a que era la única persona que recordaba junto con ella o si se refería específicamente a lo que había ocurrido en aquella misma habitación. Realmente no importaba. Dio unos pasos hacia adelante y levantó a Lexa para besarla.

Comenzó suavemente, en un beso lleno de emociones, pero luego Clarke sintió que el fuego entre ellas aumentaba, sobre todo cuando Lexa tiró un poco de su cabello. Desde ese momento fue pura pasión. Se acercó a ella lo más que pudo, hundiendo sus dedos en la piel suave de tal manera que podía sentir que era real.

Fue recompensada con un jadeo que traspasó todo su cuerpo. La piel de Lexa era cálida e increíblemente suave, no podía dejar de tocarla, sentía que la ropa estorbaba. Se quedó mirando el cuello de Lexa, y unos escalofríos de placer vibraron a través de Clarke encendiéndola de forma insoportable.

-Clarke-, gimió Lexa, en un tono muy diferente al que había utilizado unos minutos antes. Clavó las uñas de su mano derecha contra la espalda de Clarke, a través de la camisa e hizo que se estremeciera incontrolablemente.

Tenían horas, ¡qué demonios! Podían tener días, semanas, incluso meses. Podrían tener un “para siempre”. Podían tomárselo con calma, podían darse el tiempo que no llegaron a disfrutar la primera vez que estuvieron juntas, pero en ese momento a Clarke no le podría importar menos todo eso.

Clarke sabía lo que quería, sabía que en algún momento tocaría cada centímetro del cuerpo de Lexa, besaría cada una de sus cicatrices y tatuajes, haría que gimiera lentamente como una sinfonía creciente.

Ya lo haría despacio más tarde o mañana o la próxima semana, pero en ese momento necesitaba a Lexa, la necesitaba de inmediato, la necesitaba desnuda y retorciéndose de placer, la necesitaba sonrojada y sudorosa, necesitaba su piel suave y adictiva contra la suya propia. Se asustó de su propia desesperación. Pero no quería parar.

Tiró de la camisa de Lexa, hasta que finalmente, logró  encontrar las correas, que hizo hacia un lado, besando la piel recién expuesta, sus fuertes y bronceados hombros. Lexa cargaba el peso del mundo en ellos, y sabía a miel y a sal, sabía a Lexa. Era demasiado, pero necesitaba más. Movió su boca hacia la de Lexa para besarla nuevamente con avidez.

Lexa parecía estar padeciendo la misma pasión, intentando inútilmente arrancar la parte superior de la ropa de Clarke sin soltarla, presionando sus labios contra la piel de Clarke, besando su cara, lamiendo el camino hasta el cuello de Clarke con un gemido.

Clarke se retiró, su cuerpo protestando por cada centímetro que ponía entre ellas, y se quitó la camiseta antes de volver al calor y al sabor de la piel de Lexa, siempre Lexa, solo Lexa. El mundo entero se redujo a Lexa cuando su camisa tocó el piso, su cara se sonrojó, y Clarke pasó las manos temblorosas por todo su cuerpo, presionándola, queriéndola tanto, porque su piel era como la seda cálida y sus ojos se veían como un bosque profundo iluminado por las velas.

Clarke la amaba.

-Clarke-, dijo con voz ronca, -…por favor-. Clarke lamió sus pechos, su piel morena, el sabor a miel, la rugosidad del deseo. El cuerpo de Lexa se flexionó como un arco, la tensión suplicaba una liberación. Entonces Clarke cayó de rodillas.

Podía sentir la humedad entre sus propias piernas, lo desesperadamente que necesitaba las manos o la boca de Lexa, quería retorcerse y abrirse camino hacia el placer como nunca había deseado nada antes. Pero prefirió sentir el sabor de Lexa en su boca, especialmente por lo que significaba, que Lexa la quería, que estaba allí, con ella.

Creía que casi podría correrse sin ser tocada, solo por sentir su lengua dentro de Lexa. Su Lexa. La segunda vez que podía saborearla, la segunda oportunidad que nunca pensó que tendría.

Lexa gimió y apartó a Clarke, alejándola de sí misma, la levantó y la besó en los labios. -No… -, dijo con una voz tan grave que apenas era comprensible. -Juntas-. Y atrajo a Clarke hacia su cama, recostándola sobre ella,  frotando sus dedos contra la humedad de Clarke, moviéndolos rítmicamente.

Clarke gimió pero obedeció, moviendo su cara para acariciar el cuello de Lexa porque no podía concentrarse lo suficiente en ese momento para hacer nada más que entregar besos húmedos con la boca abierta, estaba tan mojada, tan desesperadamente mojada. Movió sus dedos contra Lexa también, a la vez que movía sus caderas haciendo presión contra la mano y el muslo de Lexa. La piel sedosa que cubría sus músculos firmes no hacía más que arrancar gemidos de la boca de Clarke.

La tensión se acumuló tan rápido que estaban jadeando y medio sollozando en segundos, retorciéndose contra la presión insistente de los dedos fuertes de Lexa que la rodeaban, la movían de un lado a otro y la acariciaban, tocando el borde del olvido, el borde del éxtasis. Cada movimiento era un gemido, pero ella presionaba más fuerte contra Lexa porque había más y ella lo sabía y lo quería.

Cuando llegó, fue con un grito corto y agudo, el placer golpeando en ella inevitable y bruscamente, atravesándola. Y luego, cada respiración y movimiento era otra ola que la inundaba, hasta que se no pudo más, y se alejó de ella, retorciéndose al mismo tiempo porque quería más. Eso no era sexo, era el paraíso, y estaba aterrorizada por el sentimiento. Porque era demasiado y no estaba segura de que estuviese preparada para tanto.

Pero Lexa estaba llegando, y gimiendo cuando Clarke la llevó donde ella misma estaba, arrugando los ojos y cantando el nombre de Clarke, una mano se clavaba en la espalda de Clarke con cada movimiento. Su otra mano desacelerando contra la humedad de Clarke, todo se estaba convirtiendo en movimientos suaves, jadeantes réplicas, y pequeñas y agradables colinas de placer después de que Lexa la enviara a las malditas estrellas.

-Eso fue increíble-, Clarke se las arregló para decir recuperando un poco el aliento después de un tiempo. -Lexa.

-Clarke-, Lexa la imitó, y la besó. El beso fue largo, lleno de su propio sabor y de lo que acababan de hacer. Lexa estaba hermosa, sonriente y relajada debajo de ella, toda esa fuerza y control bajo la calma de la felicidad, y entonces Clarke la deseó de nuevo.

Así que esa vez, lo hicieron lento.

Clarke fue la primera en despertar, horas más tarde. Se le ocurrió que probablemente no debería estar en la cama de Lexa. Incluso si ni Titus ni Gustus estuviesen a cargo de despertar a Lexa en ese momento, probablemente fuese una mala idea ser demasiado descaradas al respecto. Debería haber pensado en eso antes.

Se las arregló para vestirse y salir. Se metió en su habitación durante la penumbra de antes del amanecer, luego se congeló en el sitio.

La persona que estaba acostada en su cama se incorporó.

Octavia la miró soñolienta, parpadeando medio dormida. -Has tardado mucho-, la acusó.

-¿No tienes tu propia habitación?-, contraatacó Clarke.

-Sí-, respondió Octavia. -Pero vine a verte y no estabas.

Clarke forzó una sonrisa. -Solo estaba repasando algunas cosas con Lexa.

-Oh, lo sé-, dijo Octavia, y clavó a Clarke en el sitio con su mirada. -Su habitación fue uno de los primeros lugares que revisé. Sin embargo, no toqué, porque pude escuchar desde el corredor que realmente no querías que te molestaran. Entonces esperé aquí para hablarte de eso.

-Oh-, Clarke cerró los ojos, y luego los abrió de nuevo, recomponiéndose. -Escucha, Octavia, lo que hay entre Lexa y yo es asunto nuestro...

-No, ¡no lo es!-, respondió logrando mantener su voz baja pero aún así transmitiendo su ira. -¡Ella es su maldita líder, Clarke! ¡Esto nos va a afectar a todos!-, dio varios pasos hacia Clarke. -¿Es este el "plan" que dijiste que sabías? ¿Te entregaste a Lexa para mantenernos a salvo?

-¡No! No, Lexa nunca pediría eso.

-Así que te acuestas con ella porque, ¿qué? ¿Porque te gusta?-, Octavia sonaba aún más furiosa. -¿Estás dispuesta a ponernos en peligro a todos porque quieres tener sexo? ¿Porque estás enamorada de alguien que has conocido hace menos de una semana? ¿Qué demonios te pasa?

-No nos estoy poniendo en peligro-, se defendió Clarke. -La relación entre Lexa y yo no tiene nada que ver con nadie más.

-¿Y qué pasará cuando rompan? ¿Cuando las cosas vayan mal? Nos echará, a todos-, dijo enojada. -¿Has pensado siquiera en eso?

-¡Ella no…!-, comenzó demasiado fuerte, pero luego suavizó el tono, -lo prometo, Octavia, todos estaremos bien. Todos estamos a salvo. Y lo que hay entre Lexa y yo no afectará eso-. Buscó los ojos de Octavia, dejando que la sinceridad en sus palabras hiciera efecto.

Después de una larga pausa, Octavia exhaló. -Espero que sepas qué demonios estás haciendo-, dijo, ya no enojada, solo sombría y cansada.

Era irónico que estuviese recibiendo ese discurso de Octavia. Clarke caminó hacia adelante y le puso la mano en el hombro, tratando de consolarla. -Te lo prometo, Octavia, nadie saldrá herido por esto. Sé exactamente lo que estoy haciendo.

Octavia la miró fijamente, asintió abruptamente de una manera que podría estar de acuerdo pero era más probable que solo fuese un reconocimiento, y se fue. La mano de Clarke cayó de nuevo a su lado.

Trató de convencerse de la veracidad de su última oración.

Lightning Only Strikes Once (Traducida Con Permiso De La Autora) - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora